LLUVIA, NEGROS Y ÚLTIMO MINUTO
No para de llover y, ahora mismo, es de noche.
Ayer me emocioné con la carrera de Interlagos. Quería que ganara Hamilton. El fanatismo alonsista y el racismo sutil de Tele 5 y la Cadena Ser habían logrado ponerme de mala leche. Así que me puse nervioso cuando, a falta de cinco vueltas, se puso a llover, a falta de dos el día se volvió oscuro, apenas se veía, y Hamilton fue adelantado y relegado a la sexta e inútil plaza y me alegré muchísimo cuando, después de la carrera, vi a su novia tan contenta, ella también, al comprobar que en la última curva había vuelto a ser quinto, y campeón. ¡Toma!
Esa misma noche, en Melilla, donde también lleva días lloviendo, un grupo de negros africanos había intentado entrar en España aprovechando los desperfectos que el agua ha causado en la valla. Según el delegado del gobierno, cada vez son más agresivos (muerden y arañan). Teniendo en cuenta que, como todos sabemos, duermen al raso, en los bosques, y perseguidos por la policía marroquí, se comprende que tras semanas de aguaceros, cuando lo intentan, luchen hasta la última curva, vayan con todo, aprieten los dientes, pongan toda la carne en el asador, lo den todo en la pista, etc. Lo cierto es que, en la refriega, dos se subieron a la valla y dijeron que no bajaban. Aguantaron así hasta que amaneció (seamos conscientes, subidos a una valla de cuatro metros, agarrados con los dedos, bajo la lluvia, descalzos, después de una batalla campal con guardias civiles, de noche). Por fin, amaneció. Con la luz, comprobaron que se habían subido a la del lado marroquí.
Abajo, tampoco les esperaba la novia de Hamilton, ni mi emoción. Nos reservábamos para la tarde.
Ayer me emocioné con la carrera de Interlagos. Quería que ganara Hamilton. El fanatismo alonsista y el racismo sutil de Tele 5 y la Cadena Ser habían logrado ponerme de mala leche. Así que me puse nervioso cuando, a falta de cinco vueltas, se puso a llover, a falta de dos el día se volvió oscuro, apenas se veía, y Hamilton fue adelantado y relegado a la sexta e inútil plaza y me alegré muchísimo cuando, después de la carrera, vi a su novia tan contenta, ella también, al comprobar que en la última curva había vuelto a ser quinto, y campeón. ¡Toma!
Esa misma noche, en Melilla, donde también lleva días lloviendo, un grupo de negros africanos había intentado entrar en España aprovechando los desperfectos que el agua ha causado en la valla. Según el delegado del gobierno, cada vez son más agresivos (muerden y arañan). Teniendo en cuenta que, como todos sabemos, duermen al raso, en los bosques, y perseguidos por la policía marroquí, se comprende que tras semanas de aguaceros, cuando lo intentan, luchen hasta la última curva, vayan con todo, aprieten los dientes, pongan toda la carne en el asador, lo den todo en la pista, etc. Lo cierto es que, en la refriega, dos se subieron a la valla y dijeron que no bajaban. Aguantaron así hasta que amaneció (seamos conscientes, subidos a una valla de cuatro metros, agarrados con los dedos, bajo la lluvia, descalzos, después de una batalla campal con guardias civiles, de noche). Por fin, amaneció. Con la luz, comprobaron que se habían subido a la del lado marroquí.
Abajo, tampoco les esperaba la novia de Hamilton, ni mi emoción. Nos reservábamos para la tarde.
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á.
kk