PADRES E HIJOS
Camino del desayuno, hemos descendido la escalera del hotel Quindós intentado reconocer a los pintores cuyos cuadros adornan los seis tramos. Algunos Barjola, un Viola y sobre todo, cosas de Zurdo. En cualquier caso, muchos no los conozco y de otros no garantizaría la autoría, siendo como soy para los nombres propios. Chillida y Picasso esperan en recepción. Eso garantizado. Así de exquisita fue siempre la familia Quindós (por ejemplo, recuerdo nítidamente que Jaime fue la primera persona que me habló de Francesco de Gregori) y nosotros, ahora, gozamos de ello. El desayuno, de hecho, nos lo sirve Susi, una de aquellas potentes bellezas leonesas de cuando entonces que, siguiendo las recomendaciones de Los Cardiacos, preferían salir por la noche que quedarse en casa. Ella particularmente prefería salir, directamente, con Toño, el cardiaco. Luego se casó con un Quindós. Así que ahora nos reecontramos aquí, tan ricamente. Jaime, en persona, nos recibió el día que llegamos. El hermano peque