LOS MUERTOS
Los muertos, mudos absolutos, hablan, locuaces, por boca de otros. En la fachada de la Diputación Provincial de León, había colgado un cartel con un crespón y un número, y una alumna me preguntó qué era eso. Le conté que la cifra era la actualización del número de muertas del año por “violencia de género”. Sin decirle nada, giré la mirada hacía el otro lado de la plaza, donde está la Iglesia de San Marcelo, y recordé que en la parte de atrás, ahora limpia, durante toda mi infancia se podía leer una inscripción llena de nombres de “caídos por Dios y por España”. La contabilidad de cadáveres había cambiado de sujeto y de acera. Como bien supo ver Goscinny, en España cuando nos ponemos serios hacemos procesiones. La exhibición del muerto propio, fascina y cohesiona. La política, al menos en España, y al menos desde hace 80 años, consiste en sumar para la causa al ejército de los muertos. Como en el Señor de los anillos, los muertos son la garantía para la victoria final.