HACIA LA SALVACIÓN POR LA BUROCRACIA
La frontera lo condiciona todo: fuera podemos rechazarlos a palos, obligándoles a clavarse cuchillas metálicas. Dentro, tenemos que pedirles el pasaporte y, si no lo tienen, incapaces de iniciar los trámites para echarles, tenemos que admitirlos entre nosotros. La palabra clave en la frase anterior es trámites. Eso es lo que esa gente desesperada persigue: un Estado, una burocracia, formalidades que dilaten el tiempo, una ley, entre cuyas demoras y derechos, pueda desarrollarse una vida.