soliloquios

Cosas claras. Estoy de acuerdo con lo que el gobierno ha hecho. Le va a costar muchos votos. Más cosas claras. Todo este problema es un falso problema. No hay problema. Sólo ruido. Un ruido ensordecedor, eso sí. Iñaki de Juana Chaos es un recluso condenado por el Tribunal Supremo a tres años por un delito de amenazas no terroristas. A efectos jurídicos es eso y solo eso. Nada más. Los veinticinco asesinatos que cometio ya los pagó. No se le pueden volver a recordar para meterle o mantenerle en la cárcel. Los veinticinco asesinatos no hacen al caso. No cuentan. Por razones parecidas por las que quien lea esto no tiene que volver a aprobar las ciencias naturales de primaria. Los veinticinco asesinatos de de Juana no tienen nada que ver aquí y ahora. Nada que ver en absoluto. Nada de nada. Quien hable de eso se equivoca. Hay que hacérselo notar y, si insiste, cambiar de tema. Todo lo odioso que Iñaki de Juana le pueda parecer a cualquiera es un sentimiento perfectamente comprensible, pero

No soy el pirata de palo, pero durante un breve tiempo tuve instalado emule. Cuando conseguí descargar las canciones de Luis Aguilé de las que me acordaba, abandoné el lado oscuro de la ley. La tentación de letras como la que sigue era, sencillamente, demasiado poderosa: "Es una lata el trabajar, todos los días tenerse que levantar. Aparte de eso, gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor". Hasta aquí llegaba la canción protesta tolerada cuando yo era niño. El gran Luis Aguilé conseguía aprovechar todas las fisuras del régimen para colocar en su interior una bomba de relojería. El mensaje es diáfano: Luis Aguilé, bajo una apariencia melódica y semántica ligeras, hace un ataque despiadado a la infraestructura del sistema productivo , según las directrices de las facciones más duras de los partidos comunistas de la época (y lo hace desde el principio, ¡a puerta gayola!), obviando el falso debate sobre las formas de gobierno (ninguna crítica directa a la dictadura, mer