AUGUSTO
Esta vez Pinochet ha llevado demasiado lejos sus tretas para que la justicia no le pille (para sustraerse a la acción de la justicia, como se dice en expresión acuñada). Creo, incluso, que este truco sea definitivo. Y sé que debería decir "me temo que será definitivo", pero no lo digo porque no lo temo. Es un truco suficientemente bueno para saciar mis expectativas. El afán justiciero de una generación de españoles hacia Pinochet era insaciable. Durante un tiempo bastante largo pareció que el golpe de estado de Pinochet no había sido contra Allende, sino contra nosotros mismos, en plan afrenta personal.Contaré un secreto: el dictador español no era Pinochet, se llamaba Franco. Cuando Pinochet dio su golpe yo tenía nueve años y me faltaban unos meses, exactamente tres, para desarrollar la conciencia política,lo cual ocurrió exactamente el 20 de diciembre de 1973, cuando mi madre me explicó que el que había saltado con su dodge hasta el patio de los jesuitas era el presidente d