REAL MADRID
Lo he quitado de mi perfil, pero lo digo por la directa: soy del Madrid. Asisto, pues, con especial interés a las presentaciones del club: básicamente futbolistas a los que les fallan las piernas y directivos cuya cara da miedo. El Real Madrid desde que descartó, por cojo, a un bípedo sano, empezó a fichar, como sanos, cojos a mansalva, hasta el punto de que algunos nos preguntábamos, ante el fichaje de un cojo nuevo, si vendría a no jugar de cojo izquierdo o a no jugar de cojo derecho. La ventaja de los cojos del Madrid es que, a diferencia del sano rechazado por cojo, han sido, en general, jugadores carísimos. Woodgate, fichado cojo, batió en su día las cantidades pagadas por un defensa y, luego, Pepe, cojo fichado mientras caminaba, las remató, llevándolas hasta los 36 millones de euros. Para no primar a unas líneas sobre otras, el Madrid, ficho, cojo, a un delantero, Robben, por cantidad similar. Un gran jugador, hasta que se acuerda de que es cojo y se pasa tres meses sin jugar. H