ROBINHO, PUTIN Y LAS ILUSIONES INFANTILES
Ayer, paseando por el parque de Ferrera, vimos una escena de nuestro tiempo: un niño vestido con la equipación completa del Real Madrid (el 10 de Robinho a la espalda), jugaba al fútbol con sus abuelos (abuelo y abuela). El uniforme oficial, los padres ausentes y los abuelos voluntariosos no impidieron que esa misma noche estallara la burbuja infantil del niño solo. Al acabar el día, Robinho era futbolista del Manchester City. El pueblo ruso, en dirección opuesta al niño del parque, despertó con los sueños hechos realidad: Vladimir Putin, no sólo seguía siendo el jefe, sino que disparó contra un tigre y salvó a unos periodistas. Lo hizo también con el traje oficial: las balas eran adormecedoras y los periodistas de la tele. ¿Puede imaginarse una campaña de promoción más infantil? Un país enorme, un presidente que coincide con un tigre libre y lo detiene audazmente, sin dañarlo, que al hacerlo salva la vida de sus propios propagandistas y que luego agradece a los occidentales su colabor