REAL MADRID - BARCELONA
Ventura contaba no hace mucho que, en esa nueva vida que lleva ahora, ha conocido a un tipo que está forrao, tiene un coche “con luces en el suelo”, pero con el que no acaba de entenderse: “ni habla de fútbol”. Aunque lo anterior deja claro que Ventura no sabe de coches (posiblemente el segundo idioma de los varones españoles), es cierto que no hablar de fútbol es más grave: roza con la mudez. Gente así, para creer que están en el mundo, tienen que conformarse con sucedáneos vitales como el dinero o la filosofía (excluyentes, por supuesto: o lo uno o lo otro). La afición al fútbol está instalada más abajo del hipotálamo, en algún lugar entre la amígdala y el hipocampo, y supone una corriente tan profunda que es imposible de controlar, sólo puede encauzarse mediante escudos y camisetas. Otras locuras se dominan con camisas de fuerza, en el fútbol las camisas son voluntarias. O casi. Porque, por ejemplo, a mi me gusta más la camiseta del Barcelona, el juego del Barcelona, los futbolis