ALHAURíN
El alcalde de Alhaurín el Grande fue detenido por agentes de la Unidad contra la Delincuencia y el Crimen Organizado. Le acusaban de estar organizado con el concejal de urbanismo.
El alcalde de Alhaurín se enfadó mucho, no sólo por la cosa personal de ser él el detenido, sino porque no sabía nada de que alcaldes y concejales de urbanismo pudieran organizarse para cometer delitos. Tanto se sorprendió que su sorpresa salió de si mismo, haciéndose pública, a voces.
El alcalde de Alhaurín dejó claro su altruismo, manifestando, a grito pelao, que él, personalmente, no es nada, que él sólo tiene sentido dentro de un grupo humano más amplio:
-Vienen a por el PP. A por el PP vienen.
Reconozco que prefiero, en casos así, la flema anglosajona o el estoicismo castellano, pero creo que se debe admitir que si eres el alcalde de un sitio llamado Alhaurín el Grande actúes como un árabe, y grites. Los gritos del alcalde de Alhaurín el Grande eran tan exagerados que no quedaba más remedio que mirarle los dientes y, a mí, su boca me recordó a la del mago Tamaríz (tachán-tachán), y me hizo gracia.
El alcalde de Alhaurín gritó tan alto que su detención había sido decidida por el poder político que debieron oírle los chicos de Jarrai quienes se le sumaron ese mismo día y opinaron lo mismo sobre el Tribunal Supremo, aunque eso sí, a un volumen más razonable, con más educación, en rueda de prensa. El alcalde de Alhaurín, como es del sur, le dio más color a la cosa y concretó, con gracejo que se confundía con la rabia, que el poder político al que él se refería era, concretamente, Zapatero quien, según el alcalde de Alhaurín, dirige una pseudorepública bananera.
Y aquí viene lo curioso porque, en medio de un discurso tan peculiar dicho a voces por un falso mago Tamariz, yo no podía apartar la mirada de su camisa y su jersey. Una camisa a rayas horizontales azules (una de esas camisas que, de tan buen paño, dan la sensación de mullidas) y un jersey verde eléctrico. Ya había visto yo algo así y no tardé en recordar que fue a Javier Arenas en un acto público, unos días antes. Así que, por su parte, es una moda. Por la mía es una perplejidad: ¿es la política una estética o es que la estética también es política?
PD. El fotoblog, ahí sigue
El alcalde de Alhaurín se enfadó mucho, no sólo por la cosa personal de ser él el detenido, sino porque no sabía nada de que alcaldes y concejales de urbanismo pudieran organizarse para cometer delitos. Tanto se sorprendió que su sorpresa salió de si mismo, haciéndose pública, a voces.
El alcalde de Alhaurín dejó claro su altruismo, manifestando, a grito pelao, que él, personalmente, no es nada, que él sólo tiene sentido dentro de un grupo humano más amplio:
-Vienen a por el PP. A por el PP vienen.
Reconozco que prefiero, en casos así, la flema anglosajona o el estoicismo castellano, pero creo que se debe admitir que si eres el alcalde de un sitio llamado Alhaurín el Grande actúes como un árabe, y grites. Los gritos del alcalde de Alhaurín el Grande eran tan exagerados que no quedaba más remedio que mirarle los dientes y, a mí, su boca me recordó a la del mago Tamaríz (tachán-tachán), y me hizo gracia.
El alcalde de Alhaurín gritó tan alto que su detención había sido decidida por el poder político que debieron oírle los chicos de Jarrai quienes se le sumaron ese mismo día y opinaron lo mismo sobre el Tribunal Supremo, aunque eso sí, a un volumen más razonable, con más educación, en rueda de prensa. El alcalde de Alhaurín, como es del sur, le dio más color a la cosa y concretó, con gracejo que se confundía con la rabia, que el poder político al que él se refería era, concretamente, Zapatero quien, según el alcalde de Alhaurín, dirige una pseudorepública bananera.
Y aquí viene lo curioso porque, en medio de un discurso tan peculiar dicho a voces por un falso mago Tamariz, yo no podía apartar la mirada de su camisa y su jersey. Una camisa a rayas horizontales azules (una de esas camisas que, de tan buen paño, dan la sensación de mullidas) y un jersey verde eléctrico. Ya había visto yo algo así y no tardé en recordar que fue a Javier Arenas en un acto público, unos días antes. Así que, por su parte, es una moda. Por la mía es una perplejidad: ¿es la política una estética o es que la estética también es política?
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Comentarios
Hoy nuevamente en primera página y en la 1ª de TV por otro escándalo más de corrupción presunta en Gran Canaria. Ahora toca Mogán, ese pueblo del sur de la isla que quisieron convertir en Venecia sin tener ni la etiqueta de Anís del Mono.