PEDAGOGÍAS


Pablo y Ana enseñan a sus hijas que los niños son buenos y, a veces, se comportan mal. Pablo y Ana tienen el problema de que otros padres presuponen pedagogías diferentes. Así, una mamá llega y dice:

- Ese niño es muy malo, verdad Marta, ¿le pegamos?

Lo cual a Pablo y Ana les parece un torpedo en la línea de flotación de su sistema, siéndolo.

Viene esto a cuento porque me gustó ayer la respuesta de Zapatero a Rajoy. Zapatero dice que Rajoy es valiente y listo, lo que pasa es que, a veces, no va a los debates y pierde las elecciones. Zapatero, al decir esto, confía en los Pablos y en las Anas de este país, que son bastantes. Rajoy, para quien Zapatero es un cobarde y un bobo, presupone otra pedagogía. Se dirige hacia otro público, que también existe. ¿Será optimismo antropológico presuponer que esta segunda escuela está mermando?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No hay buenos y malos, cada uno se defiende como puede. Lo que ocurre es que los fuertes y los inteligentes se pueden defender de forma menos retorcida que los débiles. Así pueden permitirse el lujo de mentir menos y vivir sin pegar ni ser pegados. ¿Lo entiendes Paula o es muy retorcido?
Anónimo ha dicho que…
La técnica de Zapatero no está mal para captar la atención del oyente, pero tiene un problema: requiere que la audiencia entienda la ironía y hay mucha gente que no la entiende. A gran parte del público, sobre todo en la derecha, no le gustan los matices, por eso ZP pierde votos cada vez que negocia o amenaza con hacerlo. No sé qué esperan que haga con los catalanes ¿derrotarlos con medios policiales y judiciales?
Anónimo ha dicho que…
A mis hijas les intento inculcar la idea de que no hay niños buenos y niños malos. Me lo dijo mi cuñado Pepe: todos los niños son buenos, no hay niños malos, sólo ocurre que a veces hay niños que no se portan bien.

No se trata de educar en lo políticamente correcto. Por un lado, no creo que haya niños malos de nacimiento, como tampoco creo en el pecado original. La culpa del niño malo sería, en gran medida, de sus padres, así que lo del niño no sería un pecado sino una penitencia.

Pero ya digo que la motivación no es esa. Se trata más bien de restar argumentos al que obra mal. Si al que se comporta mal lo calificamos de malo y llega a asimilar que esa es su esencia, ¿qué otra cosa más que maldades podemos esperar de él?

- ¿Por qué hiciste eso, que está mal?

- Pues porque soy malo. Los malos hacemos maldades, qué le vamos a hacer.

En cambio, si el niño es consciente de que es bueno, y de que sabemos que es bueno, será una anormalidad que se comporte mal, será forzosamente un acto voluntario y deliberado, y entenderá más fácilmente que eso merece una reprobación.

Y hay otro aspecto, como dice mi señora: no se trata de juzgar a los individuos, sino sus comportamientos.


Pero es difícil llevar esto a la práctica. A las conversaciones ajenas me remito.

PD: donde dice niño podría decir adulto. No sé qué tendrá que decir Jotas a todo esto.
Anónimo ha dicho que…
Estoy de acuerdo. Todos intentamos no defraudar la imagen que los demás tienen de nosotros, incluso aunque ésta no nos guste ya. Y eso siendo mayorcitos. Todo el mundo tiene algo de Zélig.
Ángel ha dicho que…
Me ha gustado la fórmula de Ventura. Cada uno se defiende como puede: los que podemos no pegarnos es porque nos lo podemos permitir. Nuestro poder está en otra parte.
Anónimo ha dicho que…
Otro símil político-infantil:

Cuando nuestra amiga Elena viene a casa con su hija Inés (4 años) a esta siempre le parece poco el tiempo que pasa allí y siempre
marcha de mala gana cuando no de mala manera. Ayer fue un día de estos: después de perseguirla media hora con el abrigo y los
argumentos de siempre la niña acabó descubriendo sus verdaderas intenciones:

-Es que yo quiero quedarme a vivir aquí.

Si Inés es el PP, ¿qué tal pinto yo en el papel de Sonsoles?