COLEGIO: ANÁLISIS SEMÁNTICO

La expresión "análisis semántico", con esas sombras que arrastra (el análisis morfológico y el análisis sintáctico), huele a goma de borrar y recuerda a una época muy antigua, no sólo con flequillo, sino con flequillo peinado con agua.
¿Quién de aquellos profesores sería el primero en presentarme a "análisis semántico"? No sólo no me acuerdo, sino que repaso ahora sus nombres y no sé cuáles son romanos y cuáles visigodos. Los digo (vaya el don, siempre, por delante): Constantino, Ruperto, Esteban, Timoteo, Venancio, Miguel, Isidoro, Ruperto, José. ¿Pueden ser más leoneses? Es evidente que todos quedarían perfectos si detrás de la coma dijera “obispo”, pero eran maestros de primaria y, al decir sus nombres veo sus caras, bajo el crucifijo y el retrato de Franco, y vuelvo a sentir un eco de aquel acojono que causaban (la mayoría), pero les pienso, ahora, como pobres hombres, aislados del mundo, ignorantes de tantas cosas, herederos irresponsables, pero conscientes, de puestos usurpados a los maestros de la República, enfrentados a la primera generación de la historia de España con juguetes de verdad (incluyendo aquí el cuarto de baño), la más abundante y optimista generación de la historia de España, la generación para la que los ministros del Opus, y el ahorro de nuestros padres, estaban preparando universidades masificadas, y les recuerdo transmitiendo, en ocasiones a bofetadas, un sistema de valores que estaba a punto de saltar por los aires y unas habilidades narcisistas (se miraban al espejo: su belleza era puramente escolar), fundamentalmente higiénico-caligráficas (folios limpios, ortografía, buena letra), lucidas con las visitas, y poco más, eso sí, con la convicción profunda de la utilidad que aquellos rituales podrían tener en un mundo tan delirante como ese (excelentísmo, eminentísimo, generalísimo) y con la facilidad que suponía hacerlo con unos niños disciplinados, obedientes, que habíamos interiorizado los órdenes parelelos del Estado y la fe verdadera, y habíamos mamado la convicción de que el estudio no nos haría libres (la libertad no era un tema), pero nos permitiría ser alguien.

Esa era la expresión, ser alguien.

El alguien que ya soy, cuando analiza lo que significa "colegio" escribe estas cosas, y no entiende cómo otro alguien, con un pasado asimilabe, sale en manifestación para reivindicar esa forma de escuela, pasada, imposible. Sólo, supongo, alguien que crea que la raiz de la palabra "educación" es "nostalgia".

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tenía que ocurrir Ángel. En vez de integrarlos en la sociedad hemos permitido que esos sectores queden marginados en barrios como el de Salamanca e incluso en colegios donde la población de alumnos creyentes es realmente alarmante. Y no sirven de nada medidas como el toque de queda, ya que tienen la costumbre de acostarse antes de que emitan los "late night"por la televisión.
Anónimo ha dicho que…
Sobre los nombres: los profesores se llamaban Don Gregorio, Don Lino, Don Lucio, Don Máximo, Don Teodoro, Don Teódulo, Don Teófilo, Don Tiburcio ... Como el nombre del colegio: San Claudio. ¡¡Menudo pozo de sabiduría!!
Anónimo ha dicho que…
La manifestación mas vergonzosa de la democracia, superando la de los actores propZP y la de Fraga contra la OTAN.
Anónimo ha dicho que…
La prueba irrefutable de que El webaster Camacho no tiene nada contra los subvencionados es su enprme interés en saber lo que piensa Carod Rovira.
Anónimo ha dicho que…
5-1
Que cierren el casino de Torrelodones¡¡¡
Otro Mundial soportando a Raul y a Morientes.
Anónimo ha dicho que…
Don Macario, Don Elpidio,Don Andrés Trapiello. En realidad la EGB tenía un sólo profesor: Don Hostias.
A ZP recriminarle su cacareada confianza en los ciudadanos de este pais: agrupación de gilipollas en manifestación orgánica añorando su educación de Teresianas o Hnos Maricas.
Anónimo ha dicho que…
Ya que mi bien amado esposo sacó el asunto a colación en el Blog
de Jesús voy a contaros mi experiencia sobre la búsqueda del yo.

En Primero de B.U.P. (esto del B.U.P. suena ya tan antiguo como el
Imperio Austro-Húngaro) mi profesor (¿?) de religión, que era cura (esto sí que no necesita interrogaciones), se llamaba Donsantiago. Donsantiago nos dijo el primer día de clase que íbamos a dedicar el curso a buscar nuestra identidad, es decir, a la búsqueda del yo. La verdad es que con catorce años y teniendo en cuenta que yo soy muy -pero que muy- literal lo de la identidad me sonaba a mi recién estrenado D.N.I., pero peor era todavía lo de la búsqueda del yo porque menos sentido le veía a buscar a Donsantiago nada menos que todo el curso. Para ponernos (en situación) Donsantiago
nos decía: 'Pensar (así: terminado en r) que estáis durmiendo y de
repente os despertáis; no estáis en vuestro lecho (Donsantiago
jamás decía cama): estáis en un tren. Entonces empezáis a haceros
preguntas: ¿qué hago yo aquí? (dormir), ¿a dónde voy? (déjame mirar que pone el billete), ¿quién soy? (Ana)'. Para ilustrar el
asunto a veces nos leía pasajes de El Principito con los que yo no
veía conexión alguna salvo, naturalmente, uno en el que aparecían trenes, pero que resultaban estimulantes en medio de aquel sinsentido. También nos ponía a menudo unas diapositivas con una narración de radiocasette (me remito de nuevo al Imperio
Austro-Húngaro) sobre Juan Salvador Gaviota (qué gran bestseller se perdió Claudio Coelho). Aunque a mí me resultaba muy aburrida la historia del pajarraco eran unas tardes deliciosas porque
siempre he disfrutado de esos pequeños placeres que te ofrece la
vida:
-Ana Rosa (en el pupitre de atrás), anda , ráscame la espalda.
(Léase con mucho acento gallego).
-Es que no llego.
-Pues aunque sea con un lápiz.

Esto era todo lo que se le ocurría al buen hombre -no hacía exámenes- sobre el asunto.

También nos ponía unas diapositivas sobre al Sábana Santa que a mí me gustaban mucho; supongo que la narración que las acompañaba estaría muy escorada: de hecho no recuerdo ninguna referencia a la prueba del Carbono 14, ¿pero que más le da a la Iglesia el Carbono 14 que el 15?
heptafon ha dicho que…
Con retraso, matizo y corroboro:
Constantino
Ruperto
Esteban
Venancio
Miguel
Isidoro
Timoteo
José
sucesivamente de 1 a 8 de EGB.
Anónimo ha dicho que…
En la lista de nombres de mis profesores se me olvidó Don Inocencio. Sirva esta entrada para él en exclusiva como mi pequeño homenaje a quien jamás olvidaré. Y creo que él tampoco a nosotros, sus enfants terribles.

PD: Lo que caracterizaba a aquel Colegio es que sus aulas, sus pasillos, su patio no conocieron mujer.