SI NECESITAN MÁS RECURSOS, QUE LOS PIDAN.
Ayer, domingo, el presidente de Valencia, el de España y los Reyes fueron a visitar Paiporta. Les recibieron con insultos y agresiones. Les tiraron barro. Sánchez decidió volverse y, en la retirada, le dieron con un palo. Cuando estuvo dentro de su coche, y ya no tenía alrededor guardaespaldas, algunas personas, cuatro o cinco, entre ellas dos o tres mujeres de corta estatura, un joven casi adolescente y un señor calvo y gordo, vestido con pantalón corto, golpearon su coche. Los Reyes decidieron seguir, despreciaron la protección de los paraguas que les prestaban sus escoltas, y se fueron hacia la gente: aguantaron los insultos y consiguieron conversar con algunos de los muchos que les gritaban a un palmo de sus narices. Esa situación duró, al parecer, una hora. Hay una gran cantidad de vídeos y grabaciones.
El presidente de Valencia, bajo y callado, permaneció junto al Rey, desapercibido. El hombre, un desastre como político, al menos estuvo allí. Sánchez, no. Sánchez demostró la máxima militar que dice que la operación de retirada es la más peligrosa. Es difícil atacar a un presidente de gobierno de frente. Es difícil hacerlo con una persona cualquiera. Sánchez primero dio la espalda y luego se quejó de haber recibido un palazo que nadie ha visto. Le debía costar dar la cara cuando el día anterior había dicho, como si fuera ciego y sordo, como si en su casa, que es un palacio, no hubiera televisión, como si en vez del Presidente del Ejecutivo del país en el que había ocurrido la catástrofe fuera el Rey Melchor de Oriente: si necesitan más recursos, que los pidan.
Cada mancha de barro en la ropa o la cara de los Reyes era una palada de mierda en el prestigio de Pedro Sánchez, cuya defensa será kamikaze, porque fuera del poder no puede estar. Necesita todo el poder del ejecutivo, para su lucha personal contra el poder judicial. El barro que teme que le salpique es de los procesamientos de su antiguo camarada más fiel, en el que delegó el poder sobre el partido, de su mujer y de su hermano.
No se debe olvidar que el día siguiente a la DANA, con más de 50 muertos confirmados, al Gobierno lo que le pareció urgente fue hacerse con el control absoluto de la televisión pública. Sánchez sí necesitaba más recursos. Y se los cogió.
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