LA MANADA SOMOS NOSOTRAS

Durante los Sanfermines de 2017, una chica denunció a cinco chicos por haberla violado. Los chicos formaban un grupo que whatsapp autodenominado “la manada” en el que comentaron lo que, según ellos (o alguno de ellos) había pasado. De lo ocurrido, ellos mismos hicieron vídeos y fotos que son pruebas en el juicio y que, al parecer, nadie conoce.

En noviembre de 2017 está siendo el juicio, que está resultando polémico, sobre todo, desde que el tribunal admitiera como prueba datos de la vida de la denunciante posteriores a los hechos y que se habrían obtenido por una investigación de una detective pagada por los denunciados.

La clave es la palabra “posterior”. 

El argumento es que se juzgan los hechos,  y que no hay relación entre lo que hubiera ocurrido y lo que, con posterioridad, haga o deje de hacer la víctima. La polémica ha incluido manifestaciones feministas en varias ciudades en solidaridad con la denunciante. La frase “la manada somos nosotras”, titular de un reportaje de EP, surge en una de esas manifestaciones.

En un artículo de Luz Sánchez Mellado en la última de EP el 16 de noviembre, puede leerse: Os divertís juntos. Jijí, jajá, selfis, picos, morritos, morreos. Puede que te des el lote con uno, o con varios, o con todos. Porque sí. Porque eres dueña de ti misma. Porque te da la gana y punto.” Esto quiere decir que no hay ninguna relación entre los hechos y lo que ocurriera en un momento anterior.

La clave es la palabra “anterior”

Nada de lo anterior afecta al hecho. Nada de lo posterior dice nada del hecho.
Muchas personas consideran absolutamente correctas las dos ideas. Y parece razonable, pero quizá sin reparar en que esto deja al hecho muy solo. Sin antecedentes ni consecuentes significativos, el hecho puro.

El problema es que el hecho puro solo puede ser mostrado.  Los hechos, aislados, no se entienden. Pensemos en la sección “sin palabras” de Euronews, cuando aparecen imágenes sin comentar y en la perplejidad que provoca. O en las videoinstalaciones de los museos de arte contemporáneo, que requieren un guía o dos folios escritos por un comisario que lo expliquen. O en cómo hay fotógrafos que ponen títulos a sus fotos. En esos casos, o nos dejan ante la perplejidad del hecho, nos lo muestran y allá nosotros, o temen hacerlo y ponen remedio, pero aquí, en el caso del juicio por violación, aunque dispongamos de vídeos, no basta con ver los vídeos de lo que pasó.  Aquí no se trata de mostrar, se trata de juzgar.

¿Podemos juzgar algo sin tener en cuenta el antes ni el después? ¿Es esto filosóficamente posible? La respuesta es no.


La cuestión entonces es: ¿qué hechos anteriores y posteriores deben considerarse relevantes?


Hay una línea de pensamiento que considera que lo único posterior al hecho que debe ser considerado es la denuncia de la víctima. Es desde luego, muy relevante, pero ¿suficiente?

Hay un grupo autodenominado la manada que parece que piensa que sí

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