VÓOS
Hay un problemilla con Iñaki Urdangarín, el yerno que le queda al Rey de España. Resulta que el hombre tenía un negocio con el que, aunque no era para ganar dinero, se forraba.
- ¿Cómo?
- Haciendo trabajos que no valían el esfuerzo que costaban.
Se me dirá que esas dos cosas están en la naturaleza misma de la realeza. Perdón, de la Realeza. Estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo. Pertenezco al grupo de los que piensan que por 8 millones de euros al año la Casa Real sale barata. Sin embargo, no todo el mundo piensa así y, en el caso de Urdangarín, ha ocurrido que la gente se ha enterado de estas pequeñas contradicciones (forrarse sin trabajar en una fundación sin ánimo de lucro) y ha habido enfados, incluyendo el de la fiscalía anticorrupción.
A mi lo que me llama la atención es el nombre del negocio: Nóos. Por la aplicación de mi peculiar sentido de la etimología lo he asociado al plural mayestático con el que hablan de si mismas algunas personas muy modestas que, o bien no se quieren dar la importancia que suponen que merecen, o bien quieren dejar claro que hablan por muchos: Dios, el Papa, el Rey...
El tratamiento impone. Por ejemplo: "Nóos solicitamos la promoción del deporte mallorquín". No es estrictamente necesario ser Jauma Matas para sentirse compelido por esa frase. Otro ejemplo: "Nóos le pasará la factura" Ni Francisco Camps, poco amigo (al parecer) de pagar de su bolsillo, podría negarse a una frase tan cargada de autoridad.
"Nóos" impone más que "Duque de Palma" porque "Duque de Palma" lo puede decir cualquiera, pero "Nóos" parece que sólo puede decirse de Duque de Palma para arriba, y eso que el tipo es alto de narices y está situado en las Alturas Reales. Así que cuando Nóos te pide algo, apetece responder:
- lo que quiera Vóos.
Aquí radica precisamente el problema. Siendo imposible negarle algo a quien es Nóos, sería de esperar que Nóos se abstuviera de pedir. Sobre todo cuando Nóos ya lo mantenemos nos-otros.
- ¿Cómo?
- Haciendo trabajos que no valían el esfuerzo que costaban.
Se me dirá que esas dos cosas están en la naturaleza misma de la realeza. Perdón, de la Realeza. Estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo. Pertenezco al grupo de los que piensan que por 8 millones de euros al año la Casa Real sale barata. Sin embargo, no todo el mundo piensa así y, en el caso de Urdangarín, ha ocurrido que la gente se ha enterado de estas pequeñas contradicciones (forrarse sin trabajar en una fundación sin ánimo de lucro) y ha habido enfados, incluyendo el de la fiscalía anticorrupción.
A mi lo que me llama la atención es el nombre del negocio: Nóos. Por la aplicación de mi peculiar sentido de la etimología lo he asociado al plural mayestático con el que hablan de si mismas algunas personas muy modestas que, o bien no se quieren dar la importancia que suponen que merecen, o bien quieren dejar claro que hablan por muchos: Dios, el Papa, el Rey...
El tratamiento impone. Por ejemplo: "Nóos solicitamos la promoción del deporte mallorquín". No es estrictamente necesario ser Jauma Matas para sentirse compelido por esa frase. Otro ejemplo: "Nóos le pasará la factura" Ni Francisco Camps, poco amigo (al parecer) de pagar de su bolsillo, podría negarse a una frase tan cargada de autoridad.
"Nóos" impone más que "Duque de Palma" porque "Duque de Palma" lo puede decir cualquiera, pero "Nóos" parece que sólo puede decirse de Duque de Palma para arriba, y eso que el tipo es alto de narices y está situado en las Alturas Reales. Así que cuando Nóos te pide algo, apetece responder:
- lo que quiera Vóos.
Aquí radica precisamente el problema. Siendo imposible negarle algo a quien es Nóos, sería de esperar que Nóos se abstuviera de pedir. Sobre todo cuando Nóos ya lo mantenemos nos-otros.
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