MAGDALENA ALVAREZ

Magdalena Álvarez no sabe hablar. No se la entiende. No organiza su discurso. No sabe colocar las ideas importantes en el sitio importante. No sabe ordenar lo positivo y lo negativo. No vocaliza. No entona donde se debe. Es un desastre expresivo. La persona pública a la que peor se entiende, pues a Fraga no se le entiende en absoluto.

A Magdalena Álvarez, andaluza y socialista, la criticó, con poca elegancia, Montserrat Nebrera, catalana y popular, en la radio, diciendo, entre otras cosas que "su acento da risa".

Las reacciones han sido espectaculares. Me fijaré en Javier Arenas, andaluz (como Magdalena) y popular (como Montserrat) quien ha dicho: "No acepto a nadie que haga bromas ni comentarios sobre la forma de hablar en Andalucía (...) No acepto, por insignificante que sea, cualquier comentario que se refiera a los andaluces en tono jocoso o vejatorio"

Criticaré, pues, a un leonés: Zapatero coloca los acentos donde no toca, su prosodia aburre a un muerto y su campo semántico es tan rutinario y tan etéreo que convierte en abstracto hasta un solomillo de ternera (solomillidad de la terneridad). Aunque, con todo, se le entiende.

Siendo yo leonés, se me permitirá la crítica a Zapatero, supongo. Más difícil será que Arenas me permita la crítica a Magdalena, pero, si no se me permite, espero el amparo del presidente de mi comunidad de origen, pues el origen es lo que importa, para que no permita ni la más mínima crítca a los castellano-leoneses.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Se puede uno meter con Dios, pero que nadie toque a mi virgen del Rosío.
Anónimo ha dicho que…
Magdalena habla como puede, Zapatero aburre, pero es que los leoneses, si usted me lo permite, habláis peor que mal.
Rafael del Barco Carreras ha dicho que…
MAGDALENA ÁLVAREZ



Rafael del Barco Carreras



Abril 2009. El nivel de incompetencia, la Ley de Peter, no define los ascensos en la Política. El que en las densas burocracias un excelente burócrata alcance un cargo donde se definirá como un completo desastre no nos explica los nombramientos políticos a dedo. No encaja con que el “jefe que asciende” coloca en su lugar a su entregado y pelota segundón. No es lo mismo que Chaves se empeñe en que su segundo tome su cargo y relevo en Andalucía, así en Sevilla no levantarán alfombras, le “harán la cama”, o simple sombra a su liderato, que Zapatero nombrara en su día Ministra de Fomento a Magdalena Álvarez.

Ese nombramiento, de Consejera de Hacienda en la Junta de Andalucía a Ministra, dicen malpensados, fue un ascenso que también se describe en los manuales sobre burocracias. Un Jefe quitándose de encima a uno de sus más pizpiretos subordinados, para que no se convierta en enemigo, lo recomienda a un cargo mayor y alejado de su órbita, y que mejor que ¡ministra! Si en total, un ministro solo sirve para aparecer en la Tele enderezando entuertos, y siempre glorificando a Presidente y Partido (comiéndose los “marrones”) la locuaz Magdalena quizá se defendiera, además de caer alguna Obra Pública. Y si alcanzaba su nivel de incompetencia, que a él, su padrino, que la había heredado de otro de sus jefes, puede que Josep Borrell, le pillara lejos.
Repito. La señora Magdalena me descubrió una de las operaciones más truculentas del trío Narcís Serra-Maragall-De la Rosa. No se trata de la peor de sus actuaciones, a mi entender fue mucho más grave cuando Jefa de Sección en el Ministerio de Hacienda, ante el inmenso merdé en la Delegación de Hacienda de Barcelona entre el delegado e inspectores amigos de su Jefe Josep Borrel (asunto por juzgar después de casi 20 años) se le ocurrió soltar a la prensa que ella lo había descubierto pero por no “estigmatizar al Partido” se calló. ¡Cuánto habrá callado! Con su locuacidad “moderse la lengua” habrá sido terrible y sangrante. Quizá su gran baza en su exitosa vida, el hablar pero callarse, donde dije digo digo diego, amagando sin dar, hasta el ascenso soñado. La filigrana dialéctica. Pero en cuanto a mí se refiere, enterarme que mientras sufría aquella Modelo acusado de lo que para mí era culpable Javier de la Rosa (a quien yo ni conocía) mis acusadores Serra y Maragall (sabedores de lo sucedido) negociaban o le obligaban, entre otras operaciones, la compra para el PSOE o anexos con letras avaladas por el Banco Garriga Nogués de toda la prensa del Movimiento en Andalucía, y que esas letras pasados los años sumaban en los impagados incobrables y pérdidas de una Caja de Ahorros andaluza (sin estar contabilizadas en lo que resultó la real quiebra del Banco), rebasó mi ya lleno vaso de pruebas con otros socialistas cobrando talones y hasta un crédito de varios cientos de millones de pesetas para el propio Consorcio de la Zona Franca de Barcelona, un mes antes de mi liberación en 1983, con el banco tocado de muerte. Ver en “Barcelona, 30 años de corrupción”.