PALABRA DE DIOS
En una cena, la otra noche, unos amigos me preguntaron que qué pasaba con el blog. No sabía que lo seguían (nunca escriben), ni imaginaba que les pudiera interesar. Les dije que es que quería hablar de religión, pero que me parecía un tema tan del siglo XIX que a mi mismo se me quitaban las ganas. Dijeron que de eso nada. Les pareció interesante.
Con mi agradecimiento a la encantadora familia Haas (a los cuatro) por su apoyo, comienzo una serie de escritos sobre religión.
La cuestión es que me compré un desternillante e informado libro, descarada y radicalmente anticatólico, titulado "la puta de Babilonia", cuya simple glosa me daría para diez o veinte entradas. Hacerlo así me parecía jugar con ventaja y, al mismo tiempo, carecer de ningún crédito. Lo cierto es que la lectura de ese libro me condujo a otro, que me resultó mucho más aprovechable y de cuyo valor creo que no podrían dudar los posibles críticos del otro. Se titula "la Santa Bibia".
En "la puta de Babilonia" se hablaba de los hermanos de Jesús. ¿Hermanos de Jesús?, pensé yo, ¿qué hermanos? Me temí que Fernando Vallejo abusara de las fuentes, desenfundé mi Santa Biblia y leí:
Mateo, 13, 54-57: <Y viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de modo que decían maravillados: "¿De dónde a éste esa sabiduría y esos prodigios? ¿No es este el hijo de un carpintero? ¿No se llama su Madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De donde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de Él. Mas Jesús les dijo: "Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta". Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.
El párrafo, con un padre, una madre, cinco varones, de los cuales uno extraordinario, aunque susceptible, y varias niñas bien integradas, no tiene desperdicio. Esta lleno de vida, de gente, de maravillas y de cotidianidad y oculta toda una teoría sobre la credulidad y lo extraordinario. Sin embargo, el texto no era más que la puerta por la que acceder a un jardín de maravillas. La nota erudita a pie de página me hizo comprender que estaba ante una obra capaz de saciarme. Como único comentario a este párrafo sabrosísimo, lo siguiente:
El erudito se salta el tema de un Jesús de familia numerosa explicando que los vecinos no comprendían un concepto teológico al que aún le debían quedar dos siglos para existir y casi cuatro para ser admitido. Impresionante. Decidí, pues, leerme los fundamentos. Otro día.
Con mi agradecimiento a la encantadora familia Haas (a los cuatro) por su apoyo, comienzo una serie de escritos sobre religión.
La cuestión es que me compré un desternillante e informado libro, descarada y radicalmente anticatólico, titulado "la puta de Babilonia", cuya simple glosa me daría para diez o veinte entradas. Hacerlo así me parecía jugar con ventaja y, al mismo tiempo, carecer de ningún crédito. Lo cierto es que la lectura de ese libro me condujo a otro, que me resultó mucho más aprovechable y de cuyo valor creo que no podrían dudar los posibles críticos del otro. Se titula "la Santa Bibia".
En "la puta de Babilonia" se hablaba de los hermanos de Jesús. ¿Hermanos de Jesús?, pensé yo, ¿qué hermanos? Me temí que Fernando Vallejo abusara de las fuentes, desenfundé mi Santa Biblia y leí:
Mateo, 13, 54-57: <Y viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de modo que decían maravillados: "¿De dónde a éste esa sabiduría y esos prodigios? ¿No es este el hijo de un carpintero? ¿No se llama su Madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De donde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de Él. Mas Jesús les dijo: "Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta". Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.
El párrafo, con un padre, una madre, cinco varones, de los cuales uno extraordinario, aunque susceptible, y varias niñas bien integradas, no tiene desperdicio. Esta lleno de vida, de gente, de maravillas y de cotidianidad y oculta toda una teoría sobre la credulidad y lo extraordinario. Sin embargo, el texto no era más que la puerta por la que acceder a un jardín de maravillas. La nota erudita a pie de página me hizo comprender que estaba ante una obra capaz de saciarme. Como único comentario a este párrafo sabrosísimo, lo siguiente:
En Nazaret hablan de Jesús según las apariencias externas, desconociendo que es Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad.
El erudito se salta el tema de un Jesús de familia numerosa explicando que los vecinos no comprendían un concepto teológico al que aún le debían quedar dos siglos para existir y casi cuatro para ser admitido. Impresionante. Decidí, pues, leerme los fundamentos. Otro día.
Comentarios
El caso es que hace poco escuché una versión distinta: "hosanna en lo alto del cielo". Puede parecer un matiz sin importancia, pero tiene su enjundia. Si existe lo alto del cielo, debe existir lo bajo del cielo. ¿A qué altura podemos decir que subimos de lo bajo a lo alto? ¿Quiénes van a lo alto? Y sobre todo, ¿qué hay en lo bajo y por qué no desean hosanna por allí?
En fin, que ya no fui capaz de seguir la ceremonia.
¿Qué dice tu biblia, Ángel?
"9 Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
10 Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
11 Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
12 Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
13 Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
14 Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado."
O sea que no era Sto Tomás el único incrédulo. Y María Magdalena fue la primera en enterarse.
Parece sacado de un relato del Lib.