REALIDAD BURSATIL
Las acciones de ENDESA valen el triple de lo que valían. Sin embargo, en Barcelona se apaga la luz y el presidente de esa compañía, que es la encargada de llevar la energía por Barcelona, dice que tontos no son, que ya saben ellos que faltan tres subestaciones, pero es que construirlas es muy caro.
Las acciones de ENDESA van por un lado y las cosas que hace ENDESA por otro, sin que se sepa en dónde radica la realidad de las cosas, si en el mundo ideal de las cotizaciones o en el congelador donde se pudren los filetes.
Luego está Tommy, que quiso dejar de vivir en una caravana, en Minesota. Como todo el mundo lo hacía, fue a pedir un préstamo hipotecario y, de un modo muy castizo, se metió en un piso, que seguramente sería una casa. Tommy, el hombre, antes de lo de la caravana ya había dejado algunas cosas sin pagar, pero al banco le importó poco asumir el riesgo, porque con el riesgo de Tommy hacía negocio. Los bancos tienen un juego de apuestas sobre impagos con el que ganan dinero. De hecho, parte del dinero que dicen que tienen consiste en previsiones sobre apuestas de cuándo van a dejar de cobrar dinero. Increible, pero cierto. Los bancos, como nosotros y como Tommy, de lo único de lo que estaban seguros es de que las casas no valen lo que cuestan.
Aunque el baron de Münchhausen salió de un lodazal tirando de sus propios pelos, los bancos saben que eso es un cuento y han empezado a desconfiar unos de otros y se han dejado de prestar dinero entre ellos. Los bancos centrales se dedican a suplir, a raudales, esa desconfianza para que el dinero vuelva a su sitio, esto es a la realidad de los mercados bursátiles, porque lo que no tiene ni pies ni cabeza es lo que pasa por la calle (sucesos consuetudinarios que acontecen en la rua), donde dicen que el piso de mi tial Meli (un saludo) vale 300.000 euros.
Las acciones de ENDESA van por un lado y las cosas que hace ENDESA por otro, sin que se sepa en dónde radica la realidad de las cosas, si en el mundo ideal de las cotizaciones o en el congelador donde se pudren los filetes.
Luego está Tommy, que quiso dejar de vivir en una caravana, en Minesota. Como todo el mundo lo hacía, fue a pedir un préstamo hipotecario y, de un modo muy castizo, se metió en un piso, que seguramente sería una casa. Tommy, el hombre, antes de lo de la caravana ya había dejado algunas cosas sin pagar, pero al banco le importó poco asumir el riesgo, porque con el riesgo de Tommy hacía negocio. Los bancos tienen un juego de apuestas sobre impagos con el que ganan dinero. De hecho, parte del dinero que dicen que tienen consiste en previsiones sobre apuestas de cuándo van a dejar de cobrar dinero. Increible, pero cierto. Los bancos, como nosotros y como Tommy, de lo único de lo que estaban seguros es de que las casas no valen lo que cuestan.
Aunque el baron de Münchhausen salió de un lodazal tirando de sus propios pelos, los bancos saben que eso es un cuento y han empezado a desconfiar unos de otros y se han dejado de prestar dinero entre ellos. Los bancos centrales se dedican a suplir, a raudales, esa desconfianza para que el dinero vuelva a su sitio, esto es a la realidad de los mercados bursátiles, porque lo que no tiene ni pies ni cabeza es lo que pasa por la calle (sucesos consuetudinarios que acontecen en la rua), donde dicen que el piso de mi tial Meli (un saludo) vale 300.000 euros.
Comentarios
Me gusta la vuelta al courier.
PD: devisita, sorry: este nuevo diseño es una aunténtica castaña