ANGUSTIA EN WOLOF Y BAMBARA
El mundo es difícil de entender. No sólo es raro, es que la gente habla y no se la entiende.
Hay gente que habla wolof o bambara, que parecen fichajes que podrían decir que no al Real Madrid, pero son dos idiomas de África. Las personas que hablan esos idiomas quieren comunicarse con el mundo y como el mundo no les entiende hacen falta traductores. Mamadú y Chej sabían muchas cosas, entre ellas wolof, bambara y español y la brigada de extranjería de Tenerife les contrató para traducir a los intraducibles. Sin embargo, Mamadú y Chej, quienes, en su enorme cultura, seguramente conocían también la obra de Umberto Eco, no traducían sino que transformaban.
Imaginemos la escena. Allí estarían el hablante de wolof, Mamadú el traductor y el policía-Dios. El hablante de wolof se confía a su traductor y el traductor le pregunta si tiene dinero suficiente para que él diga al policía que no es de Senegal. "Absurdo" es el nombre que describe lo que siente el policía, para quien el hablante de wolof reacciona de un modo incoherente con lo que el traductor le dice que ha dicho. "Absurdo" es una palabra fuerte. Peor es "angustia", que es la palabra que explica lo que le ocurre al hablante de wolof, quien, pese a todo el esfuerzo que le ha costado transportar su cuerpo ante esa audiencia, sabe ahora que sus palabras llegan al poder del que depende deformadas e incomprensibles. Angustía, eso sí, como se diga en wolof, un idioma que gracias a Mamadú, el traductor, está incubando al próximo Samuel Beckett.
Hay gente que habla wolof o bambara, que parecen fichajes que podrían decir que no al Real Madrid, pero son dos idiomas de África. Las personas que hablan esos idiomas quieren comunicarse con el mundo y como el mundo no les entiende hacen falta traductores. Mamadú y Chej sabían muchas cosas, entre ellas wolof, bambara y español y la brigada de extranjería de Tenerife les contrató para traducir a los intraducibles. Sin embargo, Mamadú y Chej, quienes, en su enorme cultura, seguramente conocían también la obra de Umberto Eco, no traducían sino que transformaban.
Imaginemos la escena. Allí estarían el hablante de wolof, Mamadú el traductor y el policía-Dios. El hablante de wolof se confía a su traductor y el traductor le pregunta si tiene dinero suficiente para que él diga al policía que no es de Senegal. "Absurdo" es el nombre que describe lo que siente el policía, para quien el hablante de wolof reacciona de un modo incoherente con lo que el traductor le dice que ha dicho. "Absurdo" es una palabra fuerte. Peor es "angustia", que es la palabra que explica lo que le ocurre al hablante de wolof, quien, pese a todo el esfuerzo que le ha costado transportar su cuerpo ante esa audiencia, sabe ahora que sus palabras llegan al poder del que depende deformadas e incomprensibles. Angustía, eso sí, como se diga en wolof, un idioma que gracias a Mamadú, el traductor, está incubando al próximo Samuel Beckett.
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Jesus