BOLSA, MERCADO INMOBILIARIO Y RELIGION
Algunas empresas inmobiliarias perdieron ayer tres mil millones de euros. 3.000.000.000 €. El día anterior, una sola había perdido mil trescientos (millones).
Hay días en que pierdes cosas.
En el precio de los pisos inciden muchos factores. La mitad es el precio del suelo, que, de un modo circular, se fija en atención al valor que se supone tendrán las viviendas que se construyan. La otra mitad tiene que ver con la construcción: los materiales y el trabajo. La mayoría de los materiales de los que se construye una vivienda tiene como materia prima la tierra, no el planeta, sino esa que te mancharía los zapatos si salieras del asfalto. De ahí vienen el ladrillo, el cemento y las tejas. Son polvo y en polvo se convertirán. Luego están la chapa de madera y algunos plásticos. Cosas que valen poquísimo.
Uno de mis tíos tiene un piso enorme y, como sus vecinos han vendido pisos similares por 100 millones (habla en pesetas), se preocupó porque lo tenía asegurado sólo en 15 y fue a subir la cuota. En la compañía le dijeron que no hacía falta, que con esos 15 ellos le devolvían el piso a su actual estado desde una catástrofe cualquiera.
Sobre esas diferencias entre valor y precio se alzan las fortunas que permitieron que algunas de esas personas, que han perdido miles de millones, antes los ganaran y se colaran en las listas de Forbes.
Por mi parte, estuve en las catacumbas.
Las catacumbas son tumbas construidas en profundidad para ahorrar suelo. Lo digo porque yo no lo sabía. Los cristianos tenían menos suelo que socios y, en el siglo IV, repitieron el milagro de los panes y los peces, pero con los nichos: decidieron que donde cabe uno caben cinco y se dedicaron a construir corredores bajo tierra. Mis alumnos, que son asturianos y han estado todos en el museo de la mineria, no se impresionaron lo más mínimo.
Luego, fui a la Basílica de San Pedro (la tumba de uno solo):
- Esto sí que es flipante, profe.
Y es que lo es. Menudo cambio de sede ¡en sólo diez siglos de periodo oscuro! Una empresa que prospera de ese modo merece una análisis.
Una de las claves está en el producto. Se trata de vender algo que valga menos de lo que cuesta (lo ideal es que sea gratis y lo puedas cobrar carísimo), de lo que tengas una demanda continua ( o puedas crear una demanda continua), sin costes de almacenamiento, reposición, devolución y exento de reclamaciones.
- Por ejemplo, ¿aire?
- Sí, pero es mejor que se pueda empaquetar. Por ejemplo, vida eterna.
Otra clave es la gestión. Se trata de monopolizar el mercado (se ocupa un imperio, se declara la religión obligatoria, se hacen unas guerras por aquí y otras por allá), disuadir a los no compradores (se les impide heredar, se les declara ilegales) y a los que quieran darse de baja (condenándoles a la vida eterna, después de chamuscarles un poco en esta vida) y formar al personal mediante una adecuada política de incentivos.
- ¿vivir como un cura?
- Vivir como un Borgia, vivir como un Pamphili.
Allí, al palacio de los Pamphili, me fui yo, como cada vez que he ido a Roma desde que me enteré de que en una pequeña sala podías estar, a solas, con el cuadro en el que Velázquez retrató al Papa Inocencio X mostrando a la perfección lo que no tenía de inocente.
Viendo a este hombre, más real y poderoso que mucha gente de carne y hueso, se da uno cuenta de que estos ricos del ladrillo son unos pardillos que no saben hacer negocios.
Hay días en que pierdes cosas.
En el precio de los pisos inciden muchos factores. La mitad es el precio del suelo, que, de un modo circular, se fija en atención al valor que se supone tendrán las viviendas que se construyan. La otra mitad tiene que ver con la construcción: los materiales y el trabajo. La mayoría de los materiales de los que se construye una vivienda tiene como materia prima la tierra, no el planeta, sino esa que te mancharía los zapatos si salieras del asfalto. De ahí vienen el ladrillo, el cemento y las tejas. Son polvo y en polvo se convertirán. Luego están la chapa de madera y algunos plásticos. Cosas que valen poquísimo.
Uno de mis tíos tiene un piso enorme y, como sus vecinos han vendido pisos similares por 100 millones (habla en pesetas), se preocupó porque lo tenía asegurado sólo en 15 y fue a subir la cuota. En la compañía le dijeron que no hacía falta, que con esos 15 ellos le devolvían el piso a su actual estado desde una catástrofe cualquiera.
Sobre esas diferencias entre valor y precio se alzan las fortunas que permitieron que algunas de esas personas, que han perdido miles de millones, antes los ganaran y se colaran en las listas de Forbes.
Por mi parte, estuve en las catacumbas.
Las catacumbas son tumbas construidas en profundidad para ahorrar suelo. Lo digo porque yo no lo sabía. Los cristianos tenían menos suelo que socios y, en el siglo IV, repitieron el milagro de los panes y los peces, pero con los nichos: decidieron que donde cabe uno caben cinco y se dedicaron a construir corredores bajo tierra. Mis alumnos, que son asturianos y han estado todos en el museo de la mineria, no se impresionaron lo más mínimo.
Luego, fui a la Basílica de San Pedro (la tumba de uno solo):
- Esto sí que es flipante, profe.
Y es que lo es. Menudo cambio de sede ¡en sólo diez siglos de periodo oscuro! Una empresa que prospera de ese modo merece una análisis.
Una de las claves está en el producto. Se trata de vender algo que valga menos de lo que cuesta (lo ideal es que sea gratis y lo puedas cobrar carísimo), de lo que tengas una demanda continua ( o puedas crear una demanda continua), sin costes de almacenamiento, reposición, devolución y exento de reclamaciones.
- Por ejemplo, ¿aire?
- Sí, pero es mejor que se pueda empaquetar. Por ejemplo, vida eterna.
Otra clave es la gestión. Se trata de monopolizar el mercado (se ocupa un imperio, se declara la religión obligatoria, se hacen unas guerras por aquí y otras por allá), disuadir a los no compradores (se les impide heredar, se les declara ilegales) y a los que quieran darse de baja (condenándoles a la vida eterna, después de chamuscarles un poco en esta vida) y formar al personal mediante una adecuada política de incentivos.
- ¿vivir como un cura?
- Vivir como un Borgia, vivir como un Pamphili.
Allí, al palacio de los Pamphili, me fui yo, como cada vez que he ido a Roma desde que me enteré de que en una pequeña sala podías estar, a solas, con el cuadro en el que Velázquez retrató al Papa Inocencio X mostrando a la perfección lo que no tenía de inocente.
Viendo a este hombre, más real y poderoso que mucha gente de carne y hueso, se da uno cuenta de que estos ricos del ladrillo son unos pardillos que no saben hacer negocios.
Comentarios
Aquí al lado (en Internet todo cae aquí al lado) hay un blog interesantísimo.
Antes la dirección era:
www.marcosroman.blogspot.com
pero la dirección ha cambiado:
www.patatitaspochas.blogspot.com
De verdad está muy bien. Y no lo digo porque yo sea el autor. Lo diría igual aunque el autor fuera Ángel. Bueno, si Ángel fuera el autor diría que está simplemente bien. Para qué voy a mentir.
Rajoy responde.
Rajoy y la religión.
Bolsa, mercado y religión.
Que me aspen si en el próximo no aparece "la bolsa, el mercado" y algún otro tema.
Por cierto yo suelo estar de acuerdo con Angel porque es muy fácil estar de acuerdo contra algo.
Sin embargo no vivimos de lo que negamos sino de lo que afirmamos. Me explico: vivimos de las verdades en las que creemos (o sobre las que nos apoyamos) no de las mentiras que denunciamos.