ERIKA
Lo que hay en el coche fúnebre es una persona muerta. Así que todas esas cámaras sólo pueden registrar lo mismo. Por lo tanto, no hay tantas cámaras por las posibilidades del tema. Hay tantas cámaras por una necesidad de las cámaras. La multitud de ojos construye el interés del asunto, que es ninguno.
El asunto no tiene otro interés que la existencia de muchas cámaras enfocando a nada. (En ese sentido, el fotógrafo de esta foto, que se llama Claudio Álvarez, es el único que ha entendido de qué se trata). Detrás, en sus casas, hay un público vacio que ansía no saber. Y es mucho público porque da de comer a muchas cámaras.
En el canal en el que yo me enteré, informaban con imágenes de cuando la muerta estaba viva. Una cámara seguía a una muchacha muy delgada. Una voz le hacía preguntas. La chica avanzaba sin contestar, ni maldecir, ni poner caras, ni viva ni muerta, animal de laboratorio de las miserables sobremesas de España.
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