SUPERNANNY Y LA EDUCACIÓN
Padre, reconozco que he pecado: he visto supernanny (2 veces) y he hablado con una compañera de trabajo (1 vez).
Empezaré por esto segundo. Que se sepa que fue casi obligado por las circunstancias, horarias y arquitectónicas. Además, se trata de una compañera nueva, puede considerarse amabilidad. Y se irá el año que viene, con lo cual no hay ningún riesgo de amistad (sé que son excusas, porque un buen hosco leonés siempre puede evitar un contacto humano).
Lo de Supernanny fue por culpa de Rubén. Yo no quería ver Supernanny, pero es que,en pleno zapeo, cuando pasamos por Supernanny, colorados por esa vergüenza ajena tan de la tierra, estaba Rubén y, en cuanto le vi, pensé: un niño subnormal, pobre. Y no era subnormal, era sólo Rubén, pero ya era bastante. Y el caso de Rubén me impresionó tanto que me quedé a ver cómo lo resolvía supernanny, y le cogí vicio.
La compañera nueva, que ha sido profesora interina muchos años, está muy contenta en nuestro centro, aunque no sólo por el centro, es que, en general, le gusta su oficio. Le dije que era raro, una profesión tan peligrosa. Y contestó que eran bobadas, que los chicos eran encantadores.Escucharla era como si estuviera hablando yo mismo y temí que pronto llegaría el aburrimiento. Pero no, porque ella sabía cosas que yo ignoraba. Había visto en la tele el vídeo de cómo pegaban a un profesor.
Rubén es un niño monstruoso que vive en una casa que podría considerarse típicamente española: bajo nivel cultural, sobrepeso y decoración a base de brillos. Esa casa está en crisis, aparentemente por culpa de Rubén y sus hermanos, que la tienen colonizada. Cuando no se hace lo que Rubén quiere, Rubén grita y salta, chilla y rompe, hasta que las cosas vuelven a su sitio. Luego, por la noche, vuelve la calma y Rubén duerme en su habitación que es la del fondo del pasillo, esa que tiene escrito en la puerta, con letras desiguales de bolígrafo que han hundido chapa de sapeli, Rubén.
Rocío Ramos-Paul, Supernanny, fue a casa de la familia de Rubén y explicó cosas elementales: que los padres deben exigir acciones concretas, no aceptar que los niños impongan las reglas o las cambien, que no se puede responder a los gritos, que deben controlar el tiempo de los castigos y jugar con la ventaja de su posición dominante para enseñar las ventajas de un mundo ordenado y con reglas. Y que no hay que comportarse con Rubén como Rubén.
Los padres de Rubén, pobres, tenían buena voluntad, pero pocas luces, y nunca habían visto a una pedagoga. A padres así, la gente les exige que gestionen sus rubenes, que sepan resolver sus problemas. Al profesor agredido, pobre, las luces se le suponen, pero coincide en lo de la pedagoga. Un profesor que enfrenta un conflicto usando su cuerpo para resolver el problema es un mal profesor. Si a un gamberro le quitas las cosas por la fuerza, le estas invitando a que utilice la fuerza. Es un caso de mala praxis tan claro como el del médico que no se lava las manos entre pacientes. Pero nadie lo dice. Nadie se atreve a reconocer que hay profesores que lloriquean porque no tienen autoridad para enseñar y lo que necesitan es una Supernanny que les enseñe.
Empezaré por esto segundo. Que se sepa que fue casi obligado por las circunstancias, horarias y arquitectónicas. Además, se trata de una compañera nueva, puede considerarse amabilidad. Y se irá el año que viene, con lo cual no hay ningún riesgo de amistad (sé que son excusas, porque un buen hosco leonés siempre puede evitar un contacto humano).
Lo de Supernanny fue por culpa de Rubén. Yo no quería ver Supernanny, pero es que,en pleno zapeo, cuando pasamos por Supernanny, colorados por esa vergüenza ajena tan de la tierra, estaba Rubén y, en cuanto le vi, pensé: un niño subnormal, pobre. Y no era subnormal, era sólo Rubén, pero ya era bastante. Y el caso de Rubén me impresionó tanto que me quedé a ver cómo lo resolvía supernanny, y le cogí vicio.
La compañera nueva, que ha sido profesora interina muchos años, está muy contenta en nuestro centro, aunque no sólo por el centro, es que, en general, le gusta su oficio. Le dije que era raro, una profesión tan peligrosa. Y contestó que eran bobadas, que los chicos eran encantadores.Escucharla era como si estuviera hablando yo mismo y temí que pronto llegaría el aburrimiento. Pero no, porque ella sabía cosas que yo ignoraba. Había visto en la tele el vídeo de cómo pegaban a un profesor.
Rubén es un niño monstruoso que vive en una casa que podría considerarse típicamente española: bajo nivel cultural, sobrepeso y decoración a base de brillos. Esa casa está en crisis, aparentemente por culpa de Rubén y sus hermanos, que la tienen colonizada. Cuando no se hace lo que Rubén quiere, Rubén grita y salta, chilla y rompe, hasta que las cosas vuelven a su sitio. Luego, por la noche, vuelve la calma y Rubén duerme en su habitación que es la del fondo del pasillo, esa que tiene escrito en la puerta, con letras desiguales de bolígrafo que han hundido chapa de sapeli, Rubén.
Rocío Ramos-Paul, Supernanny, fue a casa de la familia de Rubén y explicó cosas elementales: que los padres deben exigir acciones concretas, no aceptar que los niños impongan las reglas o las cambien, que no se puede responder a los gritos, que deben controlar el tiempo de los castigos y jugar con la ventaja de su posición dominante para enseñar las ventajas de un mundo ordenado y con reglas. Y que no hay que comportarse con Rubén como Rubén.
Los padres de Rubén, pobres, tenían buena voluntad, pero pocas luces, y nunca habían visto a una pedagoga. A padres así, la gente les exige que gestionen sus rubenes, que sepan resolver sus problemas. Al profesor agredido, pobre, las luces se le suponen, pero coincide en lo de la pedagoga. Un profesor que enfrenta un conflicto usando su cuerpo para resolver el problema es un mal profesor. Si a un gamberro le quitas las cosas por la fuerza, le estas invitando a que utilice la fuerza. Es un caso de mala praxis tan claro como el del médico que no se lava las manos entre pacientes. Pero nadie lo dice. Nadie se atreve a reconocer que hay profesores que lloriquean porque no tienen autoridad para enseñar y lo que necesitan es una Supernanny que les enseñe.
Comentarios
Ahora los psicólogos con melenas son los que abogan por el orden y la disciplina y claro, los padres de Rubén no entienden nada.
Menos entenderán si ven otro programa aún más indignante: el de la supermodel, en el que se tortura psicológicamente a menores de edad, llegando incluso a denudarlas y morrearlas. Lo veo una y otra vez y cada vez me indigno más.
Zidane vuelve a jugar contra la pobreza
EFE - Dacca
Mi mujer lee el libro de Supernanny (programa franquicia de una tal Jo Frost) como algunos leyeron las tablas de Moisés. No veo que las cosas hayan ido mejor en mi casa ni en el mundo.