IÑAKI BILBAO

En el juicio del pasado jueves en la Audiencia Nacional, el etarra Iñaki Bilbao salió del toril queriendo saltar la barrera. A despecho de las ansias que acumulaba, nadie le esperaba a puerta gayola, sólo el cristal de la pecera cúbica dentro de la que se juzga a los etarras. El sr. Bilbao ya conocía el entorno y no se dio de bruces contra la barrera transparente. Se detuvo antes y golpeó el cristal antibalas con la mano. El espectáculo, hasta este punto, transmitía la desazón de contemplar a un ejemplar de la propia especie en un acuario, como si fuera un pez martillo. No creo necesario haber leído a Kafka para compadecerse de quien se enfrenta a la máquina de la justicia con su humanidad encorsetada por los procedimientos, hasta el punto de obligársele a respirar el aire distinto, cerrado, de una jaula de cristal.

A partir de ese momento, las cosas cambiaron porque el etarra sr. Bilbao tomó la palabra y, al hacerlo, humanizó la situación, a su manera. Hablando dejó de ser el bicho enjaulado sobre el que se actúa y se convirtió en sujeto de pleno derecho. Le juzgaban por haber amenazado a un juez y, sin disimulo ni doblez, para que a nadie le pudieran quedar dudas sobre su inocencia, amenazó al juez que tenía delante, que era un juez distinto, con lo cual ya iban dos. Aunque los medios han amplificado otras frases del señor Bilbao, la que más me interesó a mí fue esta:

-”Ven aquí, si eres hombre”.

De entrada, podría tratarse de una invitación humanizadora que asume que sólo en el mutuo reconocimiento podemos hacernos plenamente humanos. Se me dirá que cuestiona la humanidad del otro (si eres hombre). Sí, pero no la niega. Y pone una condición fácilmente asumible para aceptarla. En cualquier caso, deja claro que el sr. Bilbao no quiere estar solo (ven aquí).

Lo que vino luego fue que el sr. Bilbao, en un gesto juguetón, colocó los dedos de la mano derecha como los colocaría un niño para simular que es un vaquero del oeste: como si llevara una pistola. Vamos, que lo que quería hacer el sr. Bilbao con el juez, dentro de la pecera, era jugar a los pistoleros, como si eso fuera lo que nos hace humanos.



En la televisión, resaltaron algunas cosas que dijo al juez: que “le iba a pegar siete tiros” y “arrancar la piel a tiras”. Esas cosas tampoco me gustaron y empecé a sospechar que el sr. Bilbao no era exactamente como me lo había imaginado.

En la magnífica crónica de Julio M. Lázaro en EL PAIS, se ponen en su contexto increpaciones distintas:

- “Pelamangos”.
- “Fascista, me cago en el kilómetro ciento cinco de tus cuernos, cabrón...”

Esta referencia cuantitativa tan exacta merece un excurso por el mundo de los números. El sr. Bilbao tiene ahora 48 años. Cuando tenía 24 fue condenado (no sé porqué) y estuvo en la cárcel hasta los 42. Durante ese tiempo no se le suavizó el carácter y, por ejemplo, aprovechando que un recluso de su prisión manifestó cierta repulsa por el asesinato de Miguel Ángel Blanco colgando un lazo negro, le dio una paliza. Con este entrenamiento, dos años después de salir volvió a entrar. Había aprovechado su libertad para pegar un tiro en la nuca, con una pistola de verdad, a un ser humano del que no le separaba ningún cristal antibalas. El señor Bilbao saldrá de prisión el año 2032, a los 74, a expensas de en qué pare el juicio del otro día.

A pesar del show del sr. Bilbao, el fiscal redujo su petición de condena de 12 años a 2. Cito: “explicó que lo hacía por coherencia con la jurisprudencia de la Sala Penal, y porque una deficiente técnica legislativa no permite distinguir entre amenazas graves y leves, y la pena a imponer equipara la pena por amenazas con la de homicidio, y la considera totalmente inadecuada. Hasta a eso contestó el etarra: -“mantén los 12 años, qué dos años ni qué hostias...”

Y es que al sr. Bilbao el paso del tiempo no le afecta, porque como dice: “seguiré en la lucha armada hasta que me muera o me maten” Qué hombre tan oscuro, siempre pensando en la muerte.

Empecé apiadándome del prisionero en su jaula. Acabé asustado del monstruo que me dejaban mirar con tanta transparencia y admitiendo que bienvenidos sean los años que quedan para que el sr. Bilbao pueda citarnos en algún sitio si somos hombres.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Algunos en el PNV piensan: "estos de ETA son muy bestias, pero nos son útiles". También en ETA algunos piensan: "Iñaki es muy bestia, pero nos es útil". Al final el inútil es el que habla.
Anónimo ha dicho que…
O bien Mr. Bilbo es una vacaburra descerebrada, o bien un actor pagado por el Ministerio del Interior pagado para desacredita el mundo abertzale.
Anónimo ha dicho que…
Algunos nombres vascos parecen apodos. Iñaqui se llama Iñaki.
heptafon ha dicho que…
...y se apellida Bilbao, ahivalaostia.