PADRES E HIJOS
Camino del desayuno, hemos descendido la escalera del hotel Quindós intentado reconocer a los pintores cuyos cuadros adornan los seis tramos. Algunos Barjola, un Viola y sobre todo, cosas de Zurdo. En cualquier caso, muchos no los conozco y de otros no garantizaría la autoría, siendo como soy para los nombres propios. Chillida y Picasso esperan en recepción. Eso garantizado. Así de exquisita fue siempre la familia Quindós (por ejemplo, recuerdo nítidamente que Jaime fue la primera persona que me habló de Francesco de Gregori) y nosotros, ahora, gozamos de ello. El desayuno, de hecho, nos lo sirve Susi, una de aquellas potentes bellezas leonesas de cuando entonces que, siguiendo las recomendaciones de Los Cardiacos, preferían salir por la noche que quedarse en casa. Ella particularmente prefería salir, directamente, con Toño, el cardiaco. Luego se casó con un Quindós. Así que ahora nos reecontramos aquí, tan ricamente. Jaime, en persona, nos recibió el día que llegamos. El hermano pequeño, Gabriel, nos despidió ayer el año desde recepción, en agradable charla sobre Berger. No hemos visto ni a Ruth Rábade, emparentada también con la familia, ni a Sira.
Todo lo anterior tiene sólo el interés de enmarcar lo que quería contar: ayer, en la clásica Sansilvestre de este año debutó el hijo de Julio. El niño corría de un lado para otro, cubierto con mucha ropa porque, a ratos, llovía y hacía frío y yo pensé que, por ese inocente hecho, nuestra generación estaba doblando una esquina. Algunos de nuestros hijos (plural generacional, por supuesto) empiezan a jugar a los juegos de los padres.
Y entonces me pregunté qué tipo de generación somos nosotros, porque lo que está claro es que los juegos de papá Quindós han dado cancha a mucha gente.
Todo lo anterior tiene sólo el interés de enmarcar lo que quería contar: ayer, en la clásica Sansilvestre de este año debutó el hijo de Julio. El niño corría de un lado para otro, cubierto con mucha ropa porque, a ratos, llovía y hacía frío y yo pensé que, por ese inocente hecho, nuestra generación estaba doblando una esquina. Algunos de nuestros hijos (plural generacional, por supuesto) empiezan a jugar a los juegos de los padres.
Y entonces me pregunté qué tipo de generación somos nosotros, porque lo que está claro es que los juegos de papá Quindós han dado cancha a mucha gente.
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