HB Y LA MODA.

El español crispado, que no soy yo, al que apenas conozco, y con el que no me trato, ¿cuánta crispación será capaz de soportar sin que su consumo de ansiolíticos hunda el servicio público de salud? (pregunta dirigida a lectores expertos en gasto sanitario, que los hay, y a los expertos en crispados, que también) ¿y sin que su primo, llámalo Mena, venga a auxiliarle? (al primo Rouco no se le puede pedir más, ya ha hecho lo que ha podido, manifestándose por esto, por aquello y por lo de más allá).

Digo esto porque me ha parecido que este cambio de tema, desde el catalán al vasco, tiene poco futuro. Lo de los vascos, ¿no está un poco pasado? Es un tema del aznarato, que se mantuvo hasta el año pasado (desfile del plan Ibarretxe, tonos oscuros, cortes formales en el Parlamento español y desfile de chicas, ligeramente masculinas, de las tierras vascas en el Parlamento de Vitoria). Pero, ¿ahora? Ahora estamos para tripartitos y financiaciones, no para violencia e independencia.

No creo que la gente pueda ofenderse continuamente y por todo. La gente de orden necesita eso, un orden. Y además, como es gente fina, una moda. Abusar agota, pero mezclar es peor, mezclar vulgariza. Una cosa es salir en manifestación y otra muy distinta hacerlo vestido de cualquier manera. Se me dirá que para un español de pura cepa, el tema vasco es fondo de armario: una bufanda de burberris, un polo de lacoste (ahí me duele), una de esas cosas para la lluvia untadas de grasa, un vaquero planchao, el tema vasco. Es cierto. Pero también lo es, me parece a mí, que cuando has satisfecho tus ocultas fantasías, mediante el desdén al civilizado catalán, en una orgía de tertulianos, jefes del ejército, presidentes del Tribunal supremo, volver a lo de siempre no viste.