COMPETENCIA Y RADICALIZACIÓN

Cuando hablaba de la estética de los abertzales presuponía una idea sobre la estética que es la siguiente: pese a la abundancia de la oferta de estilos, hemos tendido a la uniformidad. Sólo se es claramente distinto por un ejercicio consciente y sostenido de ser distinto: batasunos, islamistas, Boris Izaguirre.

La competencia empresarial parece que conduce a una posición centrista: los consumidores reconocen algo como mejor y la mayoría de los comerciantes tratan de producir cosas similares al gusto asumido. Así, por ejemplo, los coches de antes se diferenciaban entre sí mejor que los de ahora y abundan los fabricantes que imitan el ipod de apple.

En política parece que ocurre en cierto modo al revés: la abundancia de competencia radicaliza el mensaje. Cada oferente trata de distinguirse del anterior con una radicalización de las posiciones, lo cual dirige al conjunto hacía concepciones menos centradas. En el Pais Vasco, por ejemplo, hay 4 formaciones políticas nacionalistas con representación parlamentaria (en el caso, demasiado prudente quizá, que no consideremos a esquerra batua, con la cual serían 5) y el plan Ibarretxe se planteaba un estado libre asociado. En Cataluña hay 2 partidos nacionalistas con representación parlamentaria (si contamos a Iniciativa, 3 y si contamos al PSC, 4) y su proyecto de estatuto perseguía una confederación de hecho, por debajo de las aspiraciones vascas, más radicalizadas por la mayor oferta de mensajes nacionalistas que necesitan diferenciarse.

Esta hipótesis se va al garete si pensamos en el PP que ha radicalizado enormemente su mensaje sin necesidad de competir con nadie, pues todo el espectro de la derecha españolista lo ocupa él solo. ¿Entonces? Creo que los que actúan ahí como partes en competencia son los periódicos españoles de derecha: el ABC, El Mundo y La Razón, que actúan como el pensamiento público de la derecha sociológica ¿y cómo se diferencian? Radicalizando el mensaje.

Lo que no entiendo es qué lleva a las formaciones nacionalistas periféricas a disgregarse (tal vez esté en su propia naturaleza o tal vez se deba a que su mensaje habla del futuro, que de suyo es más abierto) y a la formación centralista a concentrarse como fuerza y a dispersarse como pensamiento (como no sea que, sencillamente, el poder que representa es lo suficientemente fuerte para mantenerse unido mientras divide su mensaje). Dudo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
La estrategia de acoso y derribo del PP se apoya, no en ganar votos para su partido, ya que eso se lograría con gallardones que ganasen el centro, sino en quitar votos al psoe. Todos sabemos que el votante de izquierdas es más tikis mikis y que a la mínima deja de votar. Yo por ejemplo les voté en el 82 y en el 2003. Así los habrá que no voten por la ambivalencia con el terrorismo, o por el estatut, etc.Esta estrategia ya les fue bien una vez, no lo olvidemos y según las encuestas no les está yendo mal ahora, aunque conviertan en marginales a 10 millones de votantes.
Ángel ha dicho que…
Ventura, qué gran estratega. Yo estoy seguro de haberles votado esas veces. Lo otro fue izquierdismo e inseguridad.
En cualquier caso, me parece mucho creer que en España hay 10 millones de derechistas. Esos niveles de voto, el PP lo consiguió haciendose pasar por centro. Quizá la táctica consista en situar esa derecha que no disimulan, como la única alternativa al caos que gritan.
heptafon ha dicho que…
Cierto, el votante típico de izquierdas siempre pretende algo más de lo que puede ofrecer un partido clásico que aspire seriamente al poder. Parece que para alcanzar el poder hay que pactar con el demonio del stablishment que lo que el izquierdista debe rechazar o querer cambiar por definición. Por tanto, sólo en grandes ordalías se ha conseguido cambiar un gobierno de derechas por uno (teóricamente) de izquierdas. Las victorias del PSOE después de 1982 se han debido a la inercia. Y la del 2004 se debió a un cúmulo de despropósitos del partido entonces gobernante dificilmente igualable.