PRESUPUESTOS FAMILIARES
En una comentario a “constitución y nacionalistas”, heptafon dice que fui a las Discípulas, como Zapatero. Lo de Zapatero no lo sé. Pero yo no fui a las Discípulas de Jesús, tan cercanas a mi casa, sino un poco más allá, a las Carmelitas. Aunque como sabe heptafón tan bien como el mejor, sólo durante “los antiguos parvulitos” (como “las antiguas pesetas”), hoy llamados educación preescolar. El resto fue Público. Y quizá notorio.
Lo cierto es que ese comentario, la propia palabra “discípulas”, abrió mi memoria, como la magdalena abrió la de Marcel. Y por ese resquicio se fueron colando nombres infantiles, que construyen un marco categorial y sociológico estupefaciente: hermanas carmelitas, damas catequistas, teresianas, discípulas, descalzas, canónigos de la catedral, canónigos de San Isidoro, catedráticos de teología, sacristanes, párrocos y coadjutores, del OSCUS, del Opus, de acción católica, de cáritas diocesana, de la asociación leonesa de caridad, de la cofradía de dulce nombre de Jesús, de las angustias (y soledad), de la de Jesús divino obrero, adoradores nocturnos, niños tarsicios.
Me refiero sólo a gente a la que saludaba por la calle, que venían a casa a cenar o que éramos nosotros mismos.
Pensaba en estas cosas mientras dedicaba algunos de los últimos días al análisis de los datos de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística y pensaba que es verdad, cada familia tiene sus presupuestos.
Lo cierto es que ese comentario, la propia palabra “discípulas”, abrió mi memoria, como la magdalena abrió la de Marcel. Y por ese resquicio se fueron colando nombres infantiles, que construyen un marco categorial y sociológico estupefaciente: hermanas carmelitas, damas catequistas, teresianas, discípulas, descalzas, canónigos de la catedral, canónigos de San Isidoro, catedráticos de teología, sacristanes, párrocos y coadjutores, del OSCUS, del Opus, de acción católica, de cáritas diocesana, de la asociación leonesa de caridad, de la cofradía de dulce nombre de Jesús, de las angustias (y soledad), de la de Jesús divino obrero, adoradores nocturnos, niños tarsicios.
Me refiero sólo a gente a la que saludaba por la calle, que venían a casa a cenar o que éramos nosotros mismos.
Pensaba en estas cosas mientras dedicaba algunos de los últimos días al análisis de los datos de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística y pensaba que es verdad, cada familia tiene sus presupuestos.
Comentarios
Incluiría en la lista, por alusiones, agustinas misioneras y agustinos, unos por el cine y otros por mi primera contratación laboral por obra y servicio...
domingos al Catecismo después de asistir misa:
podéisirenpazlosniñosquesequedenalcatecismo. La palabra Catequesis
allí ni se conocía: es un pueblo muy pequeño ¡de Galicia!
Aprendíamos de memoria ---¿existe otra posibilidad?--- aquel
Catecismo de preguntas y respuestas. Recuerdo todavía algunas pero
especialmente una que a mis seis o siete años (y aún después) me
daba mucho que pensar:
-¿Cuáles son los tres enemigos del hombre?
-El demonio, el mundo y la carne.
Paradójicamente lo del demonio me parecía clarísimo, lo del mundo
tampoco planteaba mayores problemas pero lo de la carne me partía
por el eje: ¿por qué la carne y no el pescado?, ¿qué tal la fruta?
Intentaba asociarlo con la gula pero no encajaba: en este caso, y
teniendo en cuenta los gustos familiares, lo lógico sería el
marisco. Para acabar de rematarla el sentido de esta 'carne' tenía
que ser coherente con otra 'carne' todavía más famosa: 'El verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros'. Con esta adivinanza tenía
yo para 'cismar' varios años: una palabra, concretamente un verbo
desconocido, se hacía carne (¿de ternera?, ¿de cerdo?) y ese trozo
de carne habitaba entre nosotros (¿con vida propia?, ¿en la
nevera?).
Con esto y todo en la Galicia rural de aquellos años había mucha
misa y mucho rosario pero había mucho más 'trompicallo'.