LOS SORDOMUDOS HABLAN Y ESCUCHAN. LOS DEMÁS, NI SABEN NI CONTESTAN.

El PP dice que, con ETA, no hay nada de lo que hablar. Todos los demás dicen que sí, que algo habrá que acordar (no se especifica qué), cuando acabe la violencia.

Así las cosas, la que habla es ETA.

¿Qué sucede?

Que los que en ningún caso van a hablar con ETA escuchan a ETA, sacan conclusiones, y responden a ETA, considerándola, de hecho, una interlocutora válida. Lo hacen, por supuesto, manteniendo firmemente la imposibilidad de negociar con los terroristas y la debilidad que supone siquiera considerarlo.

Luego están los que han dicho que con ETA habrá que negociar, quienes, por supuesto, no toman en consideración lo que ETA dice y, además, en buena lógica, opinan que es de la peor educación hacerlo, no considerándola, de hecho, una interlocutora válida. Lo hacen, por supuesto, manteniendo firmemente la necesidad de negociar con los terroristas para acabar con la violencia.

En medio de la incongruencia estamos nosotros, un poco de esto, un poco de aquello, a los que nos corresponde el predemocrático papel de siempre: oir, ver y callar.

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