EL MUNDO NONATO
El pasajero de al lado ha pedido "El Mundo". Lo miro de reojo. Informa de lo que decían los primeros borradores del informe de la UE sobre la OPA. Recuerdo, por ese lado, con qué ahinco investigaba las inequívocas conexiones de ETA con el atentado del 11 de marzo. Me enternece la idea de un periódico dedicado a las noticias que no llegaron a ser. Una tarea hermosa, aunque infinita.
Lo raro son los lectores, porque en el género de la fantasía sobran las publicaciones.
Lo raro son los lectores, porque en el género de la fantasía sobran las publicaciones.
Comentarios
MARIA TERESA FERNANDEZ DE LA VEGA
Agradezco al diario EL MUNDO, te agradezco, Pedro, tu invitación a participar en esta entrega de premios. Me siento muy honrada por poder estar presente e intervenir en este acto, en primer lugar porque en él se reconocen los méritos y la valiosa aportación de dos profesionales tan excepcionales como Jamila Mujahe= d y Jon Lee Anderson, sobre los que a continuación me gustaría de= cir alguna cosa, y en segundo lugar porque formo parte de un Gobierno que se identifica plenamente y que defiende los valores por los que estos dos gran= des periodistas han sido galardonados: la libertad de expresión, la igualdad, la independencia de criterio, el periodismo como explicació= ;n de la realidad.
A Jamila tengo que expresarle ante todo mi gran admiraci&oacut= e;n y mi profundo agradecimiento. Y lo hago desde mi condición de mujer,= de persona comprometida y de gobernante. Lo que Jamila hace cada día, lo que viene haciendo desde hace muchos años jugándose la vida en ello, es absolutamente excepcional. Trasciende, desde luego, el mundo de la comunicación. Porque Jamila Mujahed ha sido y es una mujer y una profesional en un país donde las mujeres tenían prohibido, ya= no tener una profesión, sino incluso tener un cuerpo de mujer. Jamila, = hoy, informa a rostro descubierto a los televidentes afganos, pero años atrás daba clases a niñas, clases clandestinas porque en su país las niñas tenían prohibido aprender.
Efectivamente, como ha dicho el jurado, Jamila es una heroína.Una heroína en la lucha por la igualdad y los derecho= s de ciudadanía de las mujeres en Afganistán y una heroína = en la defensa de la libertad de expresión [...]
Merecidísimo es igualmente el premio al mejor reportero= internacional que se ha concedido a Jon Lee Anderson [...]. También los lectores españoles le conocemos a él. Sobre todo por sus reportajes so= bre la invasión de Irak, por su libro La caída de Bagdad, y su magnífica biografía del Che. Pocos estaban en condiciones de rastrear la figura del guerrillero como Anderson, que es un gran conocedor = de América Latina. [...] A menudo, Jon Lee Anderson cultiva el periodis= mo entre el ruido de las balas, de las bombas o de las consignas, que hacen ta= nto o más ruido que las anteriores, y que pugnan tanto como las anterior= es por ganar su batalla. Su independencia de juicio es indiscutible. Nunca ha = sido más cierto: Jon Lee Anderson hace la guerra por su cuenta. Enhorabue= na, Jon Lee, por todo ello y por este premio que tan justamente lo reconoce.
Amigos y amigas, creo que este turno de felicitaciones no estaría completo, sin que diera también la enhorabuena a nues= tro anfitrión, al director de EL MUNDO, que acaba de recibir un importan= te galardón internacional, el Premio Montaigne 2006. [...] La Fundación Alfred Toepfer y la Universidad de Tubinga fundan la concesión en su condición «de hombre de letras de primer nivel, humanista comprometido y periodista extremadamente valiente». = Poco más se puede añadir.Sólo reiterarte mis felicitaciones, Pedro, por este premio.
Pero permítanme ustedes que encontrándonos en la sede de EL MUNDO y entregando premios a periodistas, dedique unas palabras a ese valor al que continuamente se apela y que es la libertad de expresión.Quiero iniciar esa reflexión trayendo aquí, justamente, unas palabras de Montaigne, quien en la Apología de Raim= undo Sabunde afirmaba que «a menos que se encuentre algo de lo que estemos completamente seguros, no podemos asegurar nada». Esta es la expresión de ese humanismo del siglo XVI que resulta tan moderno a l= os lectores de hoy. Los mimbres que tejen la obra de Montaigne son la modestia intelectual, la tolerancia, la franqueza educada, la distancia críti= ca hacia las cosas.
Ninguna opinión puede reclamar para sí el privil= egio de la infalibilidad porque en los asuntos humanos no hay verdades incontrovertibles, sino razonables. Y el único modo como podemos alcanzar alguna certeza sobre lo correcto es a través del debate, del contraste entre ideas, del choque entre verdad y error. <= /p>
Es a través de la libertad de expresión como hac= emos uso público de nuestra razón buscando los mejores argumentos = que avalen nuestra opinión o encontrando otros que nos ilustren sobre nuestro error.En el foro público se dirime la razonabilidad de cualq= uier posición mediante el libre intercambio de ideas, porque como afirmó el juez Holmes de la Corte Suprema de los Estados Unidos ya a principios del siglo pasado, «la mejor prueba a que puede someterse la verdad es la capacidad del pensamiento para imponerse en un mercado en el q= ue entre en competencia con pensamientos contrarios». =
La libertad de expresión es un elemento constitutivo del funcionamiento del sistema democrático. Es, como se ha dicho con razón, la matriz, la indispensable condición de casi toda for= ma de libertad, porque a través de ella se forma y actualiza una institución política fundamental como la opinión pública libre indisolublemente unida al pluralismo político, = que es un valor fundamental y una condición vital del funcionamiento de = la democracia.
Si la opinión pública ha de ser realmente pública, si a través de ella encuentra expresión el pluralismo, si sólo a partir de la diversidad y el contraste de idea= s y mensajes podemos formarnos una opinión fundada, resulta claro que el= proceso público de discusión debe estar abierto a todos. O dicho con otras palabras, que toda persona por el hecho de serlo, y con independencia= del puesto o lugar que ocupe, tiene derecho a contribuir con su voz al esclarecimiento y discusión de los asuntos públicos sin más condiciones que las comunes para garantizar la convivencia, sin intromisiones, de los distintos derechos.
El reconocimiento a todos de un igual derecho a expresarse en libertad es la condición de posibilidad de un debate desinhibido, vi= goroso y abierto. Si la esfera pública estuviera dominada por los de la mis= ma opinión, no habría debate, no se escucharían razones, = sino el eco de sus propias voces. La libertad de expresión corresponde, p= ues, a todos, sin exclusiones, porque cuanto más abierto y participativo = es el proceso público de discusión, mejor se sirven los valores subyacentes en esta libertad fundamental.Libertad que en todo caso los pode= res públicos deben promover y garantizar porque así lo requiere el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales = no existe sociedad democrática.
Por ello, negar a alguien la posibilidad de participar en el proceso de formación de la opinión pública supone tanto como privarle de su condición de miembro de la comunidad polí= tica y mermar su condición humana. Porque el hombre es un ser que se defi= ne por su capacidad de razonar y de expresar sus razones y recibe un trato contrario a las más elementales exigencias de dignidad cuando se le priva de la posibilidad de hacerlo.
Sólo desde lo que Hegel llamó «un desvarío de la infatuación» puede postularse algo semejante, algo que subvierte todos los valores y principios del sistema democrático poniéndole, para expresarlo con una imagen t&oacu= te;pica, cabeza abajo; y es obligación de todos evitar que la democracia vaya= de cabeza y contribuir a que pueda andar sobre sus propios pies. Por ello, deb= emos mantenernos «eternamente vigilantes», como dice Bollinger, en la defensa de esta libertad. Tenemos la obligación de respetarla e, incluso, el deber de ejercerla frente a los intentos de silenciarla, frente= al incumplimiento de la norma básica de que el ejercicio de mi libertad= ha de dejar lugar al ejercicio de esa libertad por los demás. Este es un deber cívico que nos corresponde a todos, pero, tal vez, sean aquell= os que han elegido el ejercicio de esta libertad como su profesión quie= nes ocupan un lugar privilegiado para cumplirlo.
Ofrecer una información independiente, veraz, exacta es= la misión fundamental del periodismo. Al cumplirla se rinde cada d&iacu= te;a un gran servicio a la libertad, porque todo ciudadano necesita estar inform= ado para ser libre. Información necesaria para tomar decisiones y planif= icar su propia vida, así como, para participar plenamente en los asuntos = públicos. Gracián lo dijo con su habitual concisión: «Hombre sin noticias, mundo a oscuras».
A esa noble tarea han contribuido los premiados, Jamila Mujahe= d y Jon Lee Anderson. Quiero reiterarles, por ello, mi felicitación y mi agradecimiento por su coraje, por su valentía en el ejercicio de la libertad que más libertad genera: la libertad de expresión. <= o:p>