ME ESTÁ NACIENDO UN NAZI DENTRO
Mientras cocinaba, oía en la radio contar a los responsables de Amnistía Internacional cómo las autoridades españolas habrían engañado a algunos inmigrantes, ocultándoles su derecho a la solicitud de asilo y conduciéndoles hacia Tánger con la mentira de que irían a Málaga. No hace falta ponerse en el lugar de la víctima. Es terrible ponerse en el lugar del ciudadano que escucha eso a la vez que saltea unas setas shitake y comprende que de un mundo así, algo de responsabilidad le toca. Pensé que esas eran atrocidades tan graves que en algún momento se volverán contra nosotros: como ira de los otros, como frustración nuestra, como escándalo político, como cargo de conciencia, como películas dentro de algunos años.
Luego, por la tarde, he leído al siempre lúcido José María Ridao, cuyo artículo
http://www.elpais.es/articulo/elpporopi/20051026elpepiopi_7/Tes
suscribiría, pero del que sólo citaré el final, por no aburrir.
"De manera subrepticia pero implacable, las sociedades desarrolladas se están acostumbrando a que el rigor de los controles en calles o aeropuertos dependa del origen de las personas o de su color de piel, a que se prevean garantías procesales y penas distintas en virtud de si son nacionales o extranjeros los que cometen los delitos o a que se discuta, como si tal cosa, la conveniencia de establecer campos para inmigrantes en los alrededores del mundo próspero. El dilema entre la eficacia y el derecho no es nuevo; también en el pasado reciente hubo quien sacrificó el derecho a la eficacia y, al final, la eficacia y el derecho zozobraron en un mismo y único naufragio. De nada sirvió reiterar a coro las hermosas consignas de entonces, pronunciar con más énfasis beatíficas, divinas palabras".
Luego, por la tarde, he leído al siempre lúcido José María Ridao, cuyo artículo
http://www.elpais.es/articulo/elpporopi/20051026elpepiopi_7/Tes
suscribiría, pero del que sólo citaré el final, por no aburrir.
"De manera subrepticia pero implacable, las sociedades desarrolladas se están acostumbrando a que el rigor de los controles en calles o aeropuertos dependa del origen de las personas o de su color de piel, a que se prevean garantías procesales y penas distintas en virtud de si son nacionales o extranjeros los que cometen los delitos o a que se discuta, como si tal cosa, la conveniencia de establecer campos para inmigrantes en los alrededores del mundo próspero. El dilema entre la eficacia y el derecho no es nuevo; también en el pasado reciente hubo quien sacrificó el derecho a la eficacia y, al final, la eficacia y el derecho zozobraron en un mismo y único naufragio. De nada sirvió reiterar a coro las hermosas consignas de entonces, pronunciar con más énfasis beatíficas, divinas palabras".
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