LUIS ARAGONÉS
Los futbolistas siempre tuvieron nombre propio y las generaciones se diferencian por los primeros que recuerdan. Los que cantan las delanteras de cinco en cinco es que son del bachillerato antiguo. Pese a la singularidad de los futbolistas, en el principio fue el juego colectivo. Al menos, para los niños de antes. En mi caso, una canc ión lo deja más que claro: "la raspa la inventó Amancio con el balón. Amancio tira a Pirri y Pirri tira a Muñoz. Muñoz se tira un pedo y asusta al portero". La filigrana incomprensible de Muñoz (incomprensible porque Muñoz era el entrenador), tenía, lógicamente, mucho interés para mi mentalidad de entonces. Esa jugada un niño podía imitarla. A donde quiero ir a parar es a que hasta 1973 no me enteré de que se podía mirar a los futbolistas por separado, uno a uno, solos. Fue cuando el Barça fichó a Johan Cruiff y el Real Madrid a Günter Netzer. A partir de entonces, el diario ABC inventó la moviola. Por eso, los lunes yo cruzaba a casa de m