PALABRA DE DIOS
En una cena, la otra noche, unos amigos me preguntaron que qué pasaba con el blog. No sabía que lo seguían (nunca escriben), ni imaginaba que les pudiera interesar. Les dije que es que quería hablar de religión, pero que me parecía un tema tan del siglo XIX que a mi mismo se me quitaban las ganas. Dijeron que de eso nada. Les pareció interesante. Con mi agradecimiento a la encantadora familia Haas (a los cuatro) por su apoyo, comienzo una serie de escritos sobre religión. La cuestión es que me compré un desternillante e informado libro, descarada y radicalmente anticatólico, titulado "la puta de Babilonia", cuya simple glosa me daría para diez o veinte entradas. Hacerlo así me parecía jugar con ventaja y, al mismo tiempo, carecer de ningún crédito. Lo cierto es que la lectura de ese libro me condujo a otro, que me resultó mucho más aprovechable y de cuyo valor creo que no podrían dudar los posibles críticos del otro. Se titula "la Santa Bibia". En "la puta de