LA MINISTRA Y LA PSICÓLOGA

El vicepresidente y la ministra de defensa visitan Lorca. Me fijo en ella, no por su apariencia, pues muestra la típica cara de compungimiento y seriedad que le caracteriza, sino por lo que hace: se acerca a un miembro de los equipos de ayuda y le consuela. Le pasa un brazo por el hombro y le mira con empatía. En la chaquetilla de esa persona puede leerse: PSICÓLOGO.

La ministra de defensa consuela a una psicóloga que el estado ha enviado a consolar a las víctimas. Pienso en lo que ha quedado de Aristóteles: el consolador del consolador es consolador del consolado. Y pienso en lo que ha quedado del Estado: la imagen de atención al problema individual en todos sus aspectos -con especial atención al "humano"- sobre todo cuando el problema individual es un problema colectivo, y sale en la tele.

Una pregunta que surge es ¿quién consolará a la ministra? Están ahí los príncipes, pero supongo que ella tiene otra idea en mente: los electores.

Surgen muchas más preguntas pero para otra entrada porque desde twitter escribir largo está aún peor visto que estaba.

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