EL CORONEL Y EL CONTROLADOR

El día 3 de diciembre del 2010, a media tarde, los controladores aéreos españoles se pusieron malos y abandonaron sus puestos de trabajo. Eran unos 400. Los aviones dejaron de volar. La gente que estaba en los aeropuertos se quedó detenida y quienes iban a los aeropuertos siguieron llenándolos. Eran unos 200.000.

Entonces, la radio que yo oía informó de la noticia y contactó con un portavoz de los controladores quien explicó que, esa misma mañana, el Consejo de Ministros había impuesto su propia lectura del protocolo de trabajo de los controladores aéreos. Al enterarse, los controladores no pudieron seguir:

-"la gente se ha roto", dijo el portavoz.

"Se ha roto" es una expresión que se utiliza ahora para los deportistas. Quiere decir que se lesionan de tal manera que no pueden continuar, normalmente porque, en efecto, se les rompe algo (suelen ser unas fibras musculares).

El deportista que se rompe no puede seguir, pero, por falta de experiencia, nadie sabía lo que iba a pasar con un montón de controladores rotos. El gobierno, para arreglarlos, decidió militarizar el servicio, y antes de medianoche, coroneles del ejército del aire se hicieron cargo de las torres de control.

Ese es el momento que me interesa a mi: cuando un coronel, con toda la carga institucional y jerárquica de un coronel, se sitúa delante de un controlador aéreo, con toda la carga técnica y profesional de un controlador aéreo, y ambos se quedan mirando al roto. El controlador aéreo no puede trabajar, la presencia del coronel con toda su disciplina militar no es suficiente, la rotura del controlador es psicológica. Un gobierno, un ejército, el espacio aéreo, cientos de miles de viajeros, decenas de miles de camareros, de empleados de hoteles, de conductores de taxis, cientos de millones de espectadores, esperan la evolución de un estado de ansiedad. Y no mejora. En el interior del controlador hay unas emociones que modifican el orden del mundo: una red de aeropuertos y varias flotas de aviones se quedan, inesperadamente, llenos o vacíos, inútiles. El juguete está roto.

Es alarmante, pensó el gobierno, el engranaje puede detenerse en nombre de un psicologismo. Y en efecto, es alarmante. Y cuando se decretó la alarma, y el coronel se impuso sobre el controlador, y la psicología fue derrotada por el engranaje, las cosas volvieron a moverse, aunque ya no volverán a ser iguales, porque ahora estamos todos a merced del mecanismo, porque hasta los controladores han perdido el resguardo de lo psicológico, por abusones.

Comentarios

heptafon ha dicho que…
Vuelta al tajo?
Los controladores psicotensos han tensionado a unos 500 viajeros cada uno.
heptafon ha dicho que…
¿género y red? ¿qué fue de la entrada?