DISTANCIA Y HUELGA

Fui ayer hasta mercadona: no había yogures y los únicos huevos que quedaban estaban cocidos. La sorpresa de enterarme de que se venden los huevos ya cocidos fue menor que la de encontrar un supermercado con pasillos vacíos. Comprendí que la reposición continua de las mercancías es un presupuesto de nuestra existencia (les pasaba lo mismo a Adán y Eva antes de comer el fruto prohibido). Se ha movido el suelo en el que nos apoyamos: estamos en crisis.

En el frigorífico queda un yogur. Podría desplazarme hasta la cocina y comérmelo. Me disuaden dos cosas: es el último y he leído que el recorrido medio de los ingredientes de un yogur hasta coincidir dentro de un mismo recipiente es de 7000 kms. Leches, fermentos y plásticos han tenido que hacer un largo viaje. Me costaría bien poco levantarme del ordenador, dirigirme a la cocina y zampármelo. Unos pocos pasos para mi, pero dos veces la distancia del Tour de Francia para la sociedad de consumo. Y es que, a 130$ el barril, la sociedad de consumo va a tener que replantearse la posibilidad de transportar los yogures en bicicleta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
En CajAstur me ofrecieron la semana pasada participar en un fondo que invierte en materias primas, pero no "sólo petróleo, sino todo tipo de materias primas, como los alimentos".

Básicamente, con la miseria ajena iría engordando mi estómago y mi cuenta corriente.
Anónimo ha dicho que…
vega dijo:
me comentan los tenderos del barrio que lo que más se ha acaparado durante estos días de huelga es el papel higiénico. ¡¡ País!!.
heptafon ha dicho que…
desde las barcelonas irredentas lo que se ha notado son las ganas de la Vanguardia de vender más periódicos al grito de ¡esto es el fin, el mundo se acaba! (aunque lo primero le pegaría más a Pedro J).
Anónimo ha dicho que…
A algunos nos hubiera encantado que el desabastecimiento hubiera sido de verdad y que hubiera durado siquiera un ratito: ¿no queremos estar delgaditos y guapos y nos cuesta mucho lo de la dieta? pues que oportunidad única para ponerse manos a la obra. En fin, hubiera estado bien que la mayoría hubieramos sentido en carne propia lo que es pasar hambre, que por aquí ya sólo lo recuerdan los abuelos que vivieron allá por el 1936.